LA CLAVE

¡Es la cárcel, señores!

El independentismo unilateralista está vencido, pero tendrá aliento mientras haya presos preventivos. Los soberanistas pragmáticos necesitan una pista de aterrizaje para forjar una distensión duradera

Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Jordi Turull

Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Jordi Turull / JULIO CARBÓ

LUIS MAURI

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Ciertas verdades pueden llevar a engaño. Una verdad: un año después de la DUIla alianza JxCat-ERC está quebrada, ambas fuerzas reman con rumbos opuestos. El vínculo con la CUP también se ha desbaratado. Torra está amortizado como 'president'. Una parte del  PDECat vuelve la espalda al hombre de Waterloo. La Crida de Puigdemont no cuaja ni en su propio partido… Y un engaño: el independentismo está derrotado.

No, el independentismo no ha sido batido. El apoyo de la mitad del electorado no es la medida de un descalabro. Un año después, lo que sí está derrotado es el unilateralismo. Al final del viaje no se hallaba Ítaca, sino una Catalunya fracturada. No había manantiales de leche y miel, sino empresas en fuga. No había júbilo internacional, sino rechazo. Ni planes, ni estructuras. Un farol. Un farol sideral.

La coyuntura no es halagüeña para los últimos unilateralistas: Puigdemont, sus pretorianos, su vicario, la ANC y un coro menguante de amanuenses. La defenestración de Rajoy y la alianza de Bruselas, Berlín y París con el Gobierno de Sánchez frente al paso amenazante de la ultraderecha europea arrinconan más aún al hombre de Waterloo.

Factor de cohesión

Un año después, el único factor cohesionador del bloque independentista es el encarcelamiento de sus dirigentes. Sin la irresponsabilidad de Estado que supuso judicializar el 'procés' como única respuesta al desafío político y sin la extremosidad de la instrucción judicial, más afín al escarmiento que a la reparación, el relato del 'procés' hoy estaría consumido. De igual modo que los recortes antisociales y la corrupción de Convergència se camuflaron en su día bajo la 'estelada', hoy el unilateralismo esconde su farsa original bajo otro trampantojo, el de la España tiránica, coloreado con los presos.

El unilateralismo está vencido, pero tendrá aliento mientras haya presos preventivos. El independentismo pragmático necesita una pista de aterrizaje. La fiscalía se inclina por pedir las mínimas penas por rebelión, pero aún podría rebajar la acusación durante el juicio. Y luego está el comodín gubernamental del indulto. Con estas cartas se jugará la distensión duradera.