Al contrataque

Equilibrios marianos

El equilibrio interno que ha establecido Rajoy entre Sáenz de Santamaría y Cospedal es maquiavélicamente genial

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CRISTINA PARDO

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Pocos minutos después de que se conociera el nuevo Gobierno, los periodistas estábamos interesados en saber de quién era el CNI. Moncloa nos aclaró que seguía en manos de Soraya Sáenz de Santamaría. No volvía al Ministerio de Defensa, como era tradición antes de Rajoy. Pocas horas después, el entorno de María Dolores de Cospedal aclaraba que el jefe de los espías tendría que despachar con las dos. Inmediatamente, Moncloa puntualizó: «La competencia sobre el CNI la tiene quien la tiene».

Este no es más que el primer episodio del hilarante pulso que van a librar Sáenz de Santamaría y Cospedal, ya sin disimulo. El hecho de que a la prensa le interesara repentinamente el futuro del CNI no responde a un ataque de locura. Son muchos en el PP los que atribuyen a la vicepresidenta la gestión instrumental de los servicios secretos, como el mecanismo más eficaz para derribar a los propios.

UN FUTURO SIN RAJOY

El equilibrio interno que ha establecido Rajoy entre las dos es maquiavélicamente genial. Sáenz de Santamaría será, además de vicepresidenta y jefa del CNI, responsable de Administraciones territoriales. Esto no incluye solo negociar con Catalunya, como se ha destacado. Es algo más: podrá relacionarse con las comunidades autónomas; es decir, hará algún amigo dentro del partido. Le hacen falta para un futuro sin Rajoy.

A cambio, el presidente le quita la portavocía. Sáenz de Santamaría pierde el escaparate, no podrá comparecer semanalmente en esas ruedas de prensa en las que elegía quién pregunta y de las que salía impoluta argumentando que no podía hablar de los escándalos del PP, ni siquiera cuando se trataba de defender a su jefe. No perdamos de vista tampoco unas declaraciones que hizo hace meses Rajoy a un periódico extranjero: «No tengo sucesor natural». Mi impresión es que ese mensaje tenía destinatarios claros.

LA FIDELIDAD DE COSPEDAL

Por lo que se refiere a Cospedal, Rajoy le da un ministerio que le permite despachar directamente con él, y coloca en Interior a uno de su cuerda. De ella se pueden decir muchas cosas, pero justo es reconocer que no ha escatimado en desgaste por defender al presidente. Además, le permite mantener la secretaría general, es decir, el control del partido que tendrá tanto que decir en ese futuro sin Rajoy. Dudo de que tenga garantizada su continuidad después del congreso, como dice el entorno de Cospedal. Sería la primera vez que Rajoy se compromete a algo comprensible para su interlocutor.

Esto demuestra, en todo caso, que los presidentes no siempre eligen a sus ministros por ser los mejores. Lo curioso es que, conociendo a Rajoy, saldrán chamuscadas las dos. Mientras tanto, el potencial sucesor está -creen muchos del PP- en algún lugar de España, presente pero ausente, expuesto pero protegido, lo más lejos posible del CNI.