ANÁLISIS

El equilibrio contra el desequilibrio

Messi y Dembélé, en el partido del Barça contra el Levante en el Camp Nou.

Messi y Dembélé, en el partido del Barça contra el Levante en el Camp Nou. / periodico

Sònia Gelmà

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En este Barça tan sólido, concepto de moda esta temporada, resulta extraño ver un jugador por la banda de una apariencia tan frágil que parece casi líquida. Y, sin embargo, Dembélé puede ser el plus de talento ofensivo que necesitará el equipo de Valverde para dar ese salto de calidad que requiere un aspirante a la Champions.

Una preocupación que había desaparecido hasta que en Londres chocamos con una nueva realidad, bastante parecida a la de septiembre, cuando el único objetivo tras el trauma de la Supercopa era sobrevivir.

El joven delantero francés confirmó ante el Girona, por una parte, que puede aportar el desequilibrio que el equipo perdió cuando se fue Neymar –sin que eso signifique que el juego de uno y otro sean comparables—y, por otra parte, que aún no es un jugador redondo, como se podía intuir.

Valverde llegó al Barça con Neymar en la plantilla y en su primer plan imaginario, en su primera idea, cabían los tres delanteros.  Seguro que meditaba la fórmula para equilibrar un equipo que se había estrellado, primero en París y luego en Turín, con ese tridente que en esa última temporada había supuesto un peaje sin recompensa a cambio. Pero Neymar se fue, y Valverde no pidió un cuarto centrocampista, pidió un delantero.

Control asegurado del cuarto centrocampista

Hasta el momento, el técnico ha tirado de prudencia en sus planteamientos en grandes partidos, ha preferido asegurar el control con un cuarto centrocampista, pero no sabemos qué hubiera hecho de haber podido contar con Dembélé y una adaptación sin lesiones. Su preferido en las grandes citas ha sido Paulinho, pero la falta de competencia por esa undécima posición nos permite pensar que el brasileño ha sido el elegido casi por descarte, especialmente en los últimos partidos cuando su rendimiento ha pasado a ser intranscendente.

Con un diez de gala prácticamente inamovible, Dembélé tiene ante sí la oportunidad de luchar por una undécima plaza más vacante que nunca. Si el francés consigue aportar ofensivamente lo que potencialmente se le intuye y se implica defensivamente, hay partido por esa plaza. Lo tiene difícil, pero los planes del Barça para fichar a Antoine Griezzmann no le dejaran un panorama más fácil la próxima temporada.

Dembélé puede derribar la puerta de la titularidad y, de paso, la del techo de un equipo en el que solo regatea MessiLa gran suerte del Barça es que quizás con el argentino baste, hasta ahora ha sido así. Pero que el desequilibrio de Dembélé pase por encima del sagrado equilibrio resulta una idea atractiva en una temporada donde la austeridad gana a la exuberancia.