La rueda

La enigmática mirada de la Gioconda

JOAN Ollé

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La contemplé por primera vez a los 18, aprovechando un viaje al París dondeMaria SchneideryMarlon Brandocomían naranjas mecánicas con mantequilla amarilla a paso de tango. A ellos les miré el culo; a la Gioconda,la cara. Y, acojonado ante su condición de obra de arte, no supe ver que ella, desde el fondo de su enigma, también me miraba a mí y solo a mí. Creo que le gusté.

Nos hemos ido viendo de vez en cuando; yo, a cada encuentro menos joven, mientras que a ella la iban restaurando. Por los diarios me enteré de que unos científicos habían formulado el porcentaje de sentimientos contrarios que anidan entre su sonrisa y su mirada y que algún desaprensivo había intentado rajarla. Y ahora me la encuentro protegida por vidrios antibalas, tres vigilantes, barricadas y cordones de seguridad para guardar las distancias. Nada ha cambiado: desde unos metros más lejos, gentes venidas de todo el planeta siguen fotografiándola, grabándola en vídeo, girando en semicírculo sin perder su mirada... Cuando acaben con ella irán a por la torre de Pisa, elGuernica, las pirámides: les gusta tanto el arte que se lo llevan a casa.

Después de reflexionar mucho sobre ello, acabo de descubrir

el verdadero enigma de la Mona Lisa, el porqué de que un día u otro de nuestra vida todos acabemos peregrinando entre incómodas multitudes hasta su sala. La clave reside en aquel proverbio deAntonio Machado: «El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas / es ojo porque te ve». Sí, vamos a que nos vea, no a verla a ella: de la misma manera que algunos viejecitos feos viajan a Cuba para que las mulatas jóvenes se fijen en ellos, muchos nos acercamos al Louvre para que la mujer más cara, inasequible y deseada del mundo sepa de nuestra existencia y, desde su extrema elegancia, nos perdone que nos presentemos ante ella en chancletas, pantalón corto y camiseta sudada, mirándola con ojos de turista adocenado, con la misma cara boba con la que observamos a la Venus deBotticellio Milo, a la Maja Vestida o Desnuda o a cualquier señora puta delbarrio rojo de Amsterdam.