Un autobús bajo sospecha

Encuesta personal sobre el H12

El transporte público es la red articuladora de cualquier gran ciudad y en Barcelona debe mejorar

Salida de autobuses en una cochera de TMB para iniciar el servicio.

Salida de autobuses en una cochera de TMB para iniciar el servicio.

JULI CAPELLA

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Estoy un poco mosca. A lo largo de mi vida, nunca me ha tocado ser entrevistado para una encuesta. Jamás he podido valorar a los políticos, ni opinar qué me preocupa de mi ciudad. Tampoco conozco a nadie de mi familia o de mis amigos que haya sido encuestado nunca. En cambio, curiosamente hasta me ha tocado un pellizco del gordo de Navidad. ¿Es que siempre preguntan a los mismos? ¿Se inventan las respuestas? Debo tener mala suerte, pero a cambio disfruto de esta columna y voy a opinar sobre el autobús.

Durante un año, he realizado una encuesta particular sobre la línea H12. La conclusión es la siguiente: es falso el horario de circulación que pone en la parada. No pasa cada seis minutos desde las 7 de la mañana a las 9 de la noche. Calculo que pasa cada ocho o nueve minutos. Aunque a veces tarda más de 10. Es fácil de saber, porque el letrero de llegadas lo dice claramente, incluso llegando a marcar 14 minutos. Ahora bien, de ese letrero no puedes fiarte. A veces indica siete minutos y pasa ya, o va bajando el minutaje, para de repente, pasar de un solo minuto a ocho de repente. Creo que lo mínimo que podemos exigirle a una ciudad que alardea de smart city, es que no te trate de tonto y que un directorio electrónico sea fiable. 

Otro dato de mi encuesta es que de vez en cuando, se saltan algún autobús. A veces el conductor lo explica: el anterior se ha averiado. Eso suele pasar más a menudo de lo razonable. Y especialmente sucede en días de huelga, donde al servicio mínimo se suma la avería máxima. Más fenómenos extraños: de vez en cuando vienen dos H12 seguidos, tocándose. El primero atiborrado, y el segundo vacío. Pero como son tan largos y no se sabe qué número viene detrás, coges el primero que llega. 

El transporte público es la red articuladora de cualquier gran ciudad y en Barcelona debe mejorar. Bienvenida sea la reciente incorporación de nuevas líneas. Pero debe consolidarse el conjunto y urge el tranvía. Solo así se podrá competir con el automóvil y conseguir una urbe más sana y transitable.