Encierro con Dan Brown

En su día, también yo me acerqué, por curiosidad, aEl código Da Vinci, cuya lectura abandoné, horrorizado, en la página 34, convencido de que su autor escribía y pensaba con sus posaderas. Ahora el propioDanBrownha explicado el secreto de su arte, que consiste en colgarse cabeza abajo cual murciélago, y ya lo entiendo todo: al desplazársele la sangre al cerebro, se produce ahí dentro una hecatombe de tales dimensiones que solo puede conducir a la producción en serie de libros infames y, por consiguiente, de una gran rentabilidad económica. Nuestro hombre se forra a base de dejarse el caletre hecho unos zorros.

Para socializar el sufrimiento ha hallado una fórmula rayana en la crueldad mental: encerrar a sus traductores en un búnker milanés y tenerlos todo el día vertiendo a sus lenguas los frutos de su talento. Como hace unos años que la traducción se ha convertido en una de mis (escasas) fuentes de ingresos, mi corazón sangra por esos pobres colegas que, aunque voluntaria y remuneradamente, han trabajado durante semanas en régimen de esclavitud: se les requisaba el móvil, se les prohibía el acceso a internet, se les obligaba a entregar cada noche la tarea del día... No hay noticias sobre castigos corporales porque eran innecesarios: traducir basura a diario es una actividad deprimente y dañina.

Yo no le niego el mérito al señorBrownporque hay libros aún más malos que los suyos que no logran el favor del público. Lo mismo pasa con los buenos, pues nadie conoce el secreto del éxito. Supongo que la sinceridad es importante y que tienes que creer en lo que haces. No puedes diseñar unbest-seller; tienes que creer que lo que te sale del bolo congestionado y sanguinolento es la monda, como paso previo a que los lectores también lo crean. Eso sí, todo tiene un límite y tu éxito no tiene por qué implicar el maltrato a tus traductores. En sus ciudades, esa pobre gente podría haber recuperado su vida normal tras cada jornada espantosa conBrown:¿era necesario encarcelarlos?