Dos miradas

En la frontera

Guillem Terribas es un librero singular que personifica la singularidad de quien penetra en la inquietud lectora del ciudadano

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Josep Maria Fonalleras

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Este año, el premio Trajectòria de la Setmana del Llibre en Català ha sido concedido a un librero. En anteriores ediciones, la habían obtenido escritores, traductores, periodistas, dibujantes, y hay que ir hasta el 1998 para encontrar a otro. Quizá a veces exageramos y tenemos tendencia a llenar de adjetivos laudatorios este trabajo de frontera -la que hay entre el autor que escribe y el lector que lee- pero lo hacemos seguramente para que quede constancia de la abismal diferencia que hay entre quien despacha plátanos y quien vende novelas. Con todos los respetos para los fruteros, el plátano, si está en condiciones, se vende solo, quiero decir que no necesita un plan de ataque del vendedor para convencer al comprador de la necesidad de comprar un plátano y, mucho menos, de comprar un determinado plátano. En cambio, los libros nadan en un mar revuelto, inmensa magnitud del océano, donde son peces que reclaman la presencia del pescador, que sabe sus nombres y sus virtudes.

Todo esto lo digo porque el premio Trajectòria que se dará el próximo jueves ha ido a parar a Guillem Terribas, de la Librería 22 de Girona, un personaje singular que, con la constancia de quien vende plátanos ha sabido personificar la singularidad de quien vende libros, es decir, de quien penetra en la inquietud lectora del ciudadano y aconseja, habla y convence. Un hombre hecho a sí mismo que ha sido también, con su aire  cansado y de buena persona, un incansable agitador de la cultura.