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El dilema de las clases populares francesas

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ELISEO OLIVERAS

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Las clases populares francesas (trabajadores, clase media empobrecida) se enfrentan este domingo a un dilema corneliano en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. A semejanza de los protagonistas de las obras del dramaturgo Pierre Corneille, sea cual sea su voto entre el liberal y favorito Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen, su decisión al final tendrá consecuencias negativas en sus vidas.

El programa de Macron incrementará la desigualdad social y la precariedad laboral a causa de la nueva reforma laboral y de las rebajas fiscales selectivas a los más ricos. Las medidas aparentemente más sociales de Le Pen esconden un programa antisindical a favor del empresario autóctono y además se verían anuladas por la debacle económica y financiera que traería su plan para salir de la Unión Europea (UE) y del euro, al margen del riesgo que suponen las tendencias autoritarias enraizadas en el Frente Nacional.

Incluso en los barrios de la inmigración, donde la decisión parece obvia, el programa de Macron supondrá un golpe, porque la exoneración al 80% de los contribuyentes del impuesto sobre la vivienda privará a los ayuntamientos de su principal fuente de recursos y porque la prometida reducción de gasto público de 60.000 millones en cinco años y la supresión de 120.000 funcionarios deteriorarán aún más la asistencia social y sanitaria y se combinan mal con las promesas de mejorar la maltrecha educación pública.

LA EXPERIENCIA CON CHIRAC

Por ello, no debe extrañar el aumento de la abstención (y del voto en blanco), la debilidad del frente republicano para frenar a la extrema derecha y que el 60% de las personas que tienen previsto votar a Macron lo harán solo para evitar que gane Le Pen, según el sondeo Ipsos Sopra-Steria.

La experiencia del 2002, cuando Jacques Chirac obtuvo el 82% de los votos para derrotar a Jean-Marie Le Pen, mostró que después el presidente electo considera esas adhesiones como un cheque en blanco y gobierna como si todos lo que le votaron respaldaran su política.

La actitud de Macron de considerar que tiene derecho per se a ese voto gratuito para frenar a Le Pen y su negativa a suavizar su programa para atraer a los votantes de izquierda le debilitan, máxime cuando la izquierda (socialistas y Francia Insumisa) obtuvo globalmente el 26% de los votos en la primera vuelta frente al 24% de Macron y que la mitad de ese porcentaje ya fueron "votos útiles", según les encuestas.

ABSTENCIÓN "CON ALEGRÍA" Y VOTO A REGAÑADIENTES

En esta coyuntura, intelectuales como el historiador y antropólogo Emmanuel Todd ya han anunciado que se abstendrán "con alegría", mientras que otros, como el filósofo Alain Finkielkraut, han declararon que votarán a regañadientes por Macron, pese a considerar negativo su modelo socioeconómico.

El carácter antisocial del programa de Macron queda de manifiesto con algunos ejemplos: Primero, propone rebajas fiscales que beneficiarán a las personas con más ingresos y en especial a los accionistas y los patrimonios financieros, cuyos activos quedarán exentos del impuesto de solidaridad sobre la fortuna (ISF), con un pérdida de recaudación de 2.500 millones. Además, planea fijar un tipo único del 30% para los rendimientos de capital en el impuesto sobre la renta, inferior al tipo que correspondería a las personas con más ingresos (otro regalo de 3.000 millones para las familias más ricas).

Para las empresas, Macron propone reducir el tipo del impuesto de sociedades del 33,3% actual al 25% (12.000 millones de pérdida de recaudación) y eximir de cotización social a las horas suplementarias (3.000 millones de pérdida de recaudación), así como rebajar de nuevo las cotizaciones sociales de las empresas.

APLAUSOS DE LA PATRONAL

Para inflar artificialmente el salario de los trabajadores, Macron plantea suprimir sus cotizaciones por desempleo, enfermedad y familia (3,15%), que pasarían a financiarse con una subida de 1,75 puntos en la contribución social generalizada (CGS), que pagan los pensionistas y los asalariados.

La reforma del seguro de paro de Macron incluye perder el derecho a la prestación si se rechaza por segunda vez una oferta de empleo "decente" con un salario que puede ser inferior en un 25% al antiguo empleo. La transformación del seguro de paro en una prestación universal abierta a otros colectivos (profesionales, autónomos) es el primer paso para reducir su cuantía por falta de recursos, advierten Les Économistes Atterés.

Aplaudido por la patronal, Macron también ha anunciado una nueva reforma laboral, adicional a la que ya inspiró cuando estaba en el Gobierno, para incrementar aún más la flexibilidad, primar los acuerdos de empresa, recortar las indemnizaciones por despido, retrasar la edad de jubilación hasta los 67 años y rebajar la cuantía de las pensiones.