GENTE CORRIENTE

Elena Jaumandreu: "Orson Welles quiso llevarme a rodar 'Don Quijote' por el mundo"

zentauroepp43457661 cerdanyola del vall s  23 de mayo de 2018  elena jaumandreu 180524171348

zentauroepp43457661 cerdanyola del vall s 23 de mayo de 2018 elena jaumandreu 180524171348 / Ricard Fadrique

Núria Navarro

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A mediados de los 60, Orson Welles rodó en España 'Campanadas a medianoche', según él, su obra maestra. Parte de la gloria se la debe a Elena Jaumandreu (Barcelona, 1936), la extraordinaria montadora de aquella película. La catalana podía haber entrado en la Historia del Cine –así, con mayúsculas– como Dorothy Spencer ('La diligencia') o Anne V. Coates ('Lawrence de Arabia'), pero desapareció del mapa.

¿Empezamos por el 'momentazo Welles'? Vale. Yo tenía 29 años y estaba acabando unas mezclas. Gustavo Quintana, jefe de producción, vino a decirme que dejara lo que estaba haciendo, que a la siguiente semana empezaba una película. Le contesté que tenía siete días más de trabajo para otro director. "¡Te estoy hablando de una película de Orson Welles!", replicó. Y le contesté que yo no plantaba a nadie. Welles se avino a esperar una semana.

El americano exigió que le trajeran al mejor montador. ¿Qué tenía usted? Vocación. Nunca miraba el reloj. Cuando creía que era la hora del almuerzo, era la de la merienda. Me había llegado a quedar dormida de pie, con un trozo de celuloide en la mano, porque llevaba tres noches sin dormir.

Cuentan que el realizador daba miedo. Era un señor grandote que encendía un habano con la lumbre del anterior. Cuando me lo presentaron, se limitó a decir "mucho gusto" y a seguir trabajando. Un día me advirtió de que un ayudante me daría problemas, le desobedecí y me los dio. Exigía mucho, pero se implicaba mucho.

¿Se pegaba a su cogote cuando estaba al mando de la moviola? Una vez se equivocaron en la claqueta y me pusieron un número de secuencia que correspondía a otra. Aunque me di cuenta, la puse. Llegó la escena, él señaló la moviola, yo la cambié y sonrió. Miraba y sonreía.

Buff. Lacónico el hombre. Nos entendíamos. Y un día, al llegar a casa, encontré cava en la mesa. "¿Qué celebramos?", pregunté a la familia. "Welles le ha pedido a Gustavo Quintana que me diga que mi hija es la mejor montadora del mundo", se ufanó mi padre. Welles quiso llevarme con él para rodar 'Don Quijote' por todo el mundo.

¿Y? ¿No le iba el glamur, la bohemia y eso? ¿Bohemia? Pude tener un rollo con Fernando Rey. Y un ayudante de Isasi Isasmendi me propuso promocionarme a cambio de ser muy amiga suya... Pero yo no tenía tiempo.

En aquella época tan viril, ¿cómo llegó a ser montadora? Mi padre, Francesc Jaumandreu, fue uno de los primeros montadores de España. Con una lupa y una 'gillette' cortaba y pegaba la película de 35 milímetros, y la secaba con pinzas de la ropa. Montó, por ejemplo, 'Jalisco canta en Sevilla', protagonizada por Jorge Negrete y en la que debutó Carmen Sevilla. Trabajaba en los Estudios Orphea, hasta que se quemaron, en 1962, y le llamaron para el puesto de jefe de montaje de los Estudios Chamartín, en Madrid.

¿Se mudó con toda la familia? Sí. Y como él pasaba todas las horas del mundo montando, le íbamos a visitar. Un día –yo estudiaba secretariado– me pidió un favor: "Me falta un ayudante, ¿vienes?". Me enseñó a empalmar, a organizar película... Fui auxiliar, luego ayudante y me enganché. Monté la primera cinta de Eloy de la Iglesia, 'Fantasía... 3'; y 'El cochecito'‘Las Vegas 500 millones’...

Hasta que, zas, desapareció del mapa. Siempre había dicho que me casaría con alguien que se llamara Jordi y tuviera los ojos azules. Y apareció por el Cercle Català de Madrid. Nos casamos, me quedé embarazada y no quise tratar al niño como a un paquete.

No es difícil imaginar el resto. Me metí en montaje de doblajes, en Sonoblok, que permitía mayor libertad de horarios. Mi marido trabajaba en un banco y yo ganaba más que él. Eso no le gustó. Opté por centrarme en mis hijos y, al final, él me dejó por una más joven. De una vida cómoda en Sarrià me mudé a Cerdanyola.

Y en Cerdanyola ha renacido la montadora. El municipio celebra Fantosfreak, un festival de cortomegrajes fantásticos y frikis. Engañé a unos amigos –gente mayor– y rodamos un corto, Jubilats d'elit. Así nació el Taller de Cinema. Seguimos rodando.