Polémica en el mundo editorial

Ni elegante ni original

El jurado del premio Crexells se ha equivocado con la estrategia y los criterios para conceder el galardón

Joan Buades, ganador del Premi Creixells, en el Ateneu Barcelonès.

Joan Buades, ganador del Premi Creixells, en el Ateneu Barcelonès. / ALBERT BERTRAN

ISABEL SUCUNZA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Por lo visto no solo ha cambiado la manera de elegir al ganador del premio Crexells que cada año otorga el Ateneu Barcelonès al mejor libro en catalán del año anterior, también ha cambiado la modalidad del galardón. Si hasta este año la obra la decidían los socios de la institución, ahora se le ha encargado la deliberación a un jurado formado por profesionales del sector. Si también hasta este año el premio era a obra publicada, ahora parece que el Crexells ha pasado a ser uno de tantos premios a trabajo inédito. Ya sé que la novela ganadora de esta edición –Crui. Els portadors de la torxa, de Joan Buades– estaba publicada: se podía encontrar en formato libro y e-book en Amazon, pero a estas alturas todos sabemos que que un libro exista no quiere decir que esté editado.

EL AÑO PASADO, EL MISMO RECORRIDO 

La diferencia entre publicar y editar no es ningún misterio y a la vez es el misterio que más debería respetarse en esta profesión si es que aún queda algún respeto por ella. Perdonen que suene apocalíptica, pero es que hasta ahora contaba a David Castillo y a Jordi Llovet –dos de los miembros del jurado– entre los que, por currículum y por trayectoria, sí defendían el trabajo de un buen editor. Si lo que querían con este premio era dar un toque de atención al mundillo editorial del país, recuperando así el espíritu inicial del Crexells que tan bien explicaba Margarida Casacuberta –miembro del jurado también– en este artículo de <em>Els Marges</em>se han pasado tres pueblos y encima no han sido nada originales.

Digo que no han sido originales porque el año pasado ya ganó el Crexells un libro que había seguido exactamente el mismo recorrido que este de BuadesGegants de gelJoan Benesiu, su autor, después de ver cómo unas cuantas editoriales le rechazaban el manuscrito, también se decidió a publicarlo él mismo. Uno de los ejemplares llegó a manos de otro escritor, Manuel Baixauli, que tras leerlo escribió un artículo en <em>El País</em> en el que venía a decir cosas parecidas, aunque en un tono muy distinto, a las que ahora han soltado los del jurado del Crexells. Aniol Rafel, editor de Periscopi, se interesó por el libro, lo publicó y meses más tarde acompañaba a Benesiu a recoger el premio Llibreter primero y después el Crexells.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Si lo que se quer\u00eda era dar un toque de atenci\u00f3n","text":"\u00a0al mundillo editorial, se han pasado tres pueblos"}}

Digo también que se han pasado tres pueblos porque me parece tremendamente injusto que hayan decidido hacer este discurso que ignora el trabajo de editores que durante el 2016 sí que eligieron publicar manuscritos espléndidos como –ya que Maria Bohigas no lo dice en el blog de Club Editor, lo diré yo– L’últim mono, de Lluís Maria Todó

El trabajo del editor consiste tanto en publicar como en no publicar, y no publicar un libro es un trabajo que va mucho más allá de abrir un sobre, echarle un vistazo a las fotocopias que haya en su interior, descartarlas y ponerse a hacer otra cosa. Crui, la novela de Buades, fue rechazada por 15 editoriales, y más que se la habrían rechazado si hubiera hecho un envío más masivo aún. Yo la he leído estos días pensando en qué sello de los que conozco podría encajar y he visto más o menos claro que, por línea, por estilo y por tema, como mucho encajaría en tres o cuatro; pero es que no son solo estos los criterios de encaje que un editor tiene en la cabeza a la hora de decidir si sí o si no: está también el ritmo de publicación que lleve cada casa, los títulos que ya lleve publicados que se ciñan también estas características, el presupuesto con el que cuente o la experiencia anterior que haya tenido publicando libros así.

OTRA MANERA DE REIVINDICAR LA NOVELA

Lo que estoy diciendo con esto es que los miembros del jurado del Crexells tenían otra manera de reivindicar la novela de Buades. Todos ellos, los seis, tienen relación directa con editores con los que habitualmente trabajan. Todos ellos, además, son voces autorizadas, gente que se ha ganado el respeto de los colegas de profesión; su opinión vale más que la de un lector aficionado y ellos lo saben perfectamente, y seguro que en más de una ocasión han propuesto libros, han hecho de asesores a editores de distinto pelaje y la han clavado. Podrían haber hecho con el libro de Buades igual que lo hizo Baixauli con Gegants de gel: al sector, el toque de atención le habría llegado igual y toda esta historia habría sido mucho más digna y elegante.