El epílogo

El elefante estatutario

ALBERT Sáez

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El Estatut de Catalunya cumplió ayer cuatro años y la celebración tuvo cierto aire de funeral. Como el coronel deGarcía Márquez, este Estatut no tiene quien le escriba. Y menos aún quien lo reivindique. Pero lo cierto es que por activa o por pasiva en otoño nos enfrentraremos a la tercera convocatoria electoral consecutiva que tiene el Estatut como telón de fondo. Guste o no guste ésta es la realidad aunque ayer el primer plano fuera la mayoría absoluta del PP y hoy sea la crisis económica. Pudieran tener razón quienes aseguren que el Estatut o el autogobierno no es la principal preocupación de la ciudadanía. Pero lo cierto es que esa mayoría no piensa que la Generalitat tenga nada que hacer contra la crisis. Y quienes piensan que debe hacer alguna cosa son los que se preocupan también por el ámbito de sus competencias.

La paradoja de este verano preelectoral es ver como quienes proclaman que la disyuntiva de estas elecciones será entre federalismo o independentismo son los primeros en dar por hecha la victoria de CiU, que no es ni una cosa ni la otra. ¿Se imaginan que alguien proclamara que el debate será entre la derecha y la izquierda y a renglón seguido afirmase que ganará el centro?

El terreno de juego

Como ha explicado el lingüístaGeorge Lakoff,las elecciones las gana quien define el terreno. El equipo deMasha planteado un interesante silogismo. El tripartido ha traído todos los males: el Estatut,Zapatero, la crisis, el desgobierno y, casi casi, el desfalco deMillet. El futuro es regresar al pasado: que manden los mejores aunque sean los mismos que ya mandaron, que manden los que pueden pujar con los sentimientos de Catalunya, sea con el PSOE o con el PP, que manden los que levantaron los hospitales, las escuelas y las carreteras. Planteadas así las cosas,Masgana por goleada. No solo porque una parte del electorado le da la razón, sino también porque el adversario no sube a ese cuadrilátero. Y es que al tripartito le pasa como al Estatut que tampoco tiene quien le escriba. CiU juega al dilema entre el caos y el orden y el tripartito se bate a solas con el elefante estatutario.