La carrera electoral del 20-D

Albert Rivera, ¿el providencial?

Creo que el líder de Ciudadanos tiene visos de ser el dirigente centrista que este país necesita

IAN GIBSON

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En mi última columna en este diario expresé la esperanza de que el famoso 'seny' catalán prevaleciera entre los votantes el 27 de septiembre y que los separatistas no se saliesen con la suya. Creo que el resultado ha sido, para los que anhelamos una España renovada pero unida, bastante positivo. Los de Ciudadanos se han lucido, de verdad. No podré olvidar las imágenes de legítima alegría transmitidas desde su cuartel general al irse conociendo la envergadura del triunfo. Solo comparable, en mi recuerdo, con la reflejada en las caras la noche victoriosa de los socialistas tras la fracasada intentona de 1982, con el chulesco Antonio Tejero a la cabeza.

 Pero la equiparación no es del todo justa. La llegada al poder del PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra estaba cantada en aquellas circunstancias, mientras el auge de Ciudadanos, fruto de una perseverancia tenaz desde sus primeros pasos barceloneses hace nueve años, ha superado todas las expectativas.

El fenómeno me trae a las mientes la expansión registrada hace cuatro décadas por el 'fulmar boreal' (Fulmarus Glacialis), ave marina de rápido e incisivo vuelo que hasta entonces solo habitaba las islas Hébrides en Escocia pero a la cual de repente se le dio por emprender la ocupación de los acantilados de toda la nación (y de Irlanda también) en una gesta colonial espectacular. A Ciudadanos todavía le quedan territorios por poblar, pero con el ritmo que lleva, y el talante que los distingue, su llegada allí quizá no tarde. Talante impregnado del 'seny' de marras y de un entusiasmo muy de agradecer en la actual coyuntura política y social de un país que tiene mucho, pero mucho, futuro, si decide poner en orden su casa.

PARTIDO DE RAÍZ CATALANA

 Lo más fascinante de Ciudadanos es que, por vez primera en la historia –si no me equivoco– ha surgido en Catalunya un partido centrista que no solo se dirige a su propia comunidad sino a toda España. O sea, un partido de raíz catalana con explícita vocación estatal. Y con un discurso eminentemente razonable. Llevo años pensando que hace falta aquí un partido conservador en la línea del británico, o sea civilizado, abierto al diálogo y ajeno a la descalificación del adversario. 

En Westminster los insultos no se toleran. Y si a alguien le pillan con las manos en la masa, o mintiendo, o engañando, o recurriendo a algún equivalente isleño del corte de mangas, se tiene que ir enseguida, sea del partido que sea. Son las reglas del juego, reglas inviolables. De conservadores británicos nuestros populares no tienen absolutamente nada, desde luego.

Hemos visto, a lo largo de los últimos cuatro años, que en el PP casi nadie dimite ni se disculpa, ni cuando se trata de haber cometido tropelías mayores o proferido una monstruosidad especialmente indecente, incluso hacia los asesinados por el franquismo (el más reciente caso es el del iracundo senador murciano José Joaquín Peñarrubia, que ha dicho en la Comisión de Presupuestos del Senado, rezumando desprecio, que «ya no hay más fosas que descubrir, salvo que se empeñen en buscar a Federico García Lorca en los cuatro puntos cardinales de España»).

OTRO TALANTE

 Rivera y su gente tienen otro talante, sí. Saben dialogar y escuchar. No les gustan los gritos. Ello me reconforta, me complace y me da esperanzas. Si bien es probable que en la consulta que se avecina Ciudadanos atraiga los votos de un buen puñado de socialistas descontentos, máxime a consecuencia de la desinflación de Podemos –no ajena a los excesivos humos que se les subieron a Iglesias y sus compañeros tras las elecciones europeas–, parece evidente que su mayor caladero a va ser el de los populares desafectos. Desafectos... y desesperados con la falta de liderazgo de que adolece el partido, empezando por Rajoy, las luchas internas que ahora van aflorando y los abyectos niveles de corrupción alcanzados últimamente. A mí me parece que Rivera tiene visos de ser el líder centrista que tanta falta hace. ¿Providencial? Podría resultar que sí. De todas maneras, ya que están en trance de desaparecer del escenario el bipartidismo y las mayorías absolutas, el quid es con quién se avendrá Ciudadanos después del 20-D.

Espero que no sea con el Partido Popular. El aliado natural de Rivera y los suyos es el PSOE, y el entendimiento logrado en la Junta de Andalucía va a permitir, entre otros aciertos, que se puedan aprobar los próximos Presupuestos. Para ser de verdad providenciales y ayudar a poner en pie este país que se siente mayormente de centro, que exige transparencia, ética y el fin de la picaresca, Ciudadanos tiene la obligación, desde mi punto de vista, de no apoyar a quienes una y otra vez, a lo largo de la legislatura que se acaba, han demostrado no estar a la altura.