A 75 días del 27-S

ORIOL BARTOMEUS

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A solo 75 días de las elecciones previstas para el 27 de septiembre parece que se han acabado de esclarecer las incógnitas más importantes. Finalmente, habrá lista conjunta de lo que queda del bloque soberanista, es decir CDC y ERC, después de un proceso de destilación (o depuración) que ha ido dejando en la cuneta el resto de formaciones (ICV, las CUP, y los últimos, CDC). Eso sí, la lista cuenta con el aval de las entidades civiles, ANC y Òmnium.

La solución de la lista conjunta entre CDC y ERC elimina una de las principales incógnitas de esta convocatoria: la pugna entre ambas formaciones por el dominio del campo independentista, o lo que es lo mismo, la pugna por el apoyo de hasta tres cientos mil votantes que dudaban entre votar a Mas o a Junqueras. Esta batalla, aparentemente, ha acabado en tablas, ya que ambos contendientes han entendido que no tenían asegurada la victoria y han preferido evitar males mayores.

Con el acuerdo, Mas asegura la presidencia, que es su objetivo más ambicionado. Es más, elimina su principal rival en el campo nacionalista, convirtiéndolo en compañero de viaje y socio minoritario, tanto de la lista como del futuro gobierno. Por el camino, Mas ha tenido que ganar crédito independentista prescindiendo de Unió, una operación, que en términos aritméticos (y políticos) le ha valido la pena.

Junqueras, en cambio, ha tenido que claudicar ante un escenario que se le presentaba cada vez más difícil. El líder de ERC, tras haber acariciado la gloria hace un año, se ha visto arrastrado a una derrota segura, hecho, que hubiera llevado a un cuestionamiento interno de su liderazgo. Junqueras ha preferido tener un pequeño tropiezo interno ahora, antes que hacer frente a una revuelta pasadas las elecciones, que muy probablemente se lo hubiera llevado por delante. A cambio, pero, liga el destino de ERC al de CDC, incluso asegura desde ahora la participación de los republicanos en un gobierno presidido por Mas, opción que ERC ha tratado de evitar durante toda la legislatura. 

Si bien es posible que Junqueras no tenga más opción. Desde el 9-N las encuestas mostraban un debilitamiento importante de la cantidad de votantes de CiU que ahora votarían a ERC, y un incremento en la dirección contraria (votantes de ERC del 2012 que ahora optarían por CiU). A eso se añade un aumento constante del trasvase de ERC a las CUP, que habría minado las posibilidades de los republicanos para superar a los convergentes.

Precisamente, las CUP son posiblemente los grandes beneficiados del acuerdo entre CDC y ERC, ya que las refuerza en su posición de alternativa en el campo independentista, un papel que ya jugaron a fondo (y con éxito) en las pasadas municipales. El acuerdo con Mas descarta a ERC como contrapeso de los conservadores desde la izquierda, de manera que deja automáticamente las CUP como única opción independentista claramente a la izquierda, lo que le abre un campo importante a la izquierda de los republicanos. Desde el 9N, las CUP habían conseguido atraer unos treinta mil exvotantes de ERC, que se habrían triplicado en junio si hacemos caso de los datos del último barómetro del CEO. Probablemente, este dato ha sido clave para torcer la mano de Junqueras, pero es posible que el acuerdo sobre la lista entre CDC y ERC abra, aún más, la puerta al trasvase de los republicanos hacia las CUP.

Este movimiento se beneficiará también del caso seguro papel que jugaran las CUP en el siguiente parlamento, ya que serán la llave de la mayoría, por tanto, la fuerza que garantizará que el “proceso” siga adelante. Mientras ERC estará ligada de pies y manos a un Mas al que se le ha garantizado la presidencia, las CUP podrán vender su apoyo a buen precio.

Aunque el acuerdo para la lista conjunta no solo tiene consecuencias en el espacio independentista. En el otro extremo del tablero también puede haber repercusiones. De hecho, ya hace tiempo que se detectan movimientos a la espalda de CDC, entre los votantes de centro no independentistas que no han visto con buenos ojos los movimientos de Mas y los suyos de estos últimos tres años. Este es un espacio que CDC ha dejado vacío, y donde pugnan por hacerse un sitio tanto C’s como los restos de Unió.

Puede resultar extraño en un escenario de fuerte polarización, pero las encuestas indican desde hace tiempo un trasvase significativo de votantes de CiU hacia la formación de Albert Rivera. Este movimiento se habría reforzado a medida que C’s se ha ido consolidando en todo el Estado y ha devenido en una opción alternativa al PP. Parte de esto explica el extraordinario resultado en las municipales, que en parte es un voto avanzado de las generales que opta por la marca independientemente de quien la lidere. En las autonómicas podría pasar algo similar, y C’s podría entrar en el espacio del centro neutro o tímidamente catalanista –que en los noventa compartían CiU en las autonómicas y PP en las generales–. Son los 'catalans d’Aznar', que no han desaparecido sino que se han quedado huérfanos después del viraje de CiU hacia el independentismo, y ahora verían en C’s una opción centrista y nueva para hacer frente tanto al independentismo como al crecimiento de la izquierda alternativa.

Los datos indican claramente que la única manera que tiene C’s de crecer es hacia el centro de gravedad del esquema de juego catalán, es decir, capturando votantes entre los que se sienten tan catalanes como españoles, o más catalanes que españoles. Puede parecer un imposible, pero los de Rivera ya han empezado a crecer en este espacio (principalmente porque ya han agotado los caladeros españolistas). Es posible que su progresión se vea frenada por la nueva Unió, una vez separada de CDC, pero por ahora es imposible saber la fuerza de los de Duran. Esta será, posiblemente, una de las incógnitas del 27S.

Finalmente, el acuerdo por la lista soberanista tendrá repercusiones en la izquierda, principalmente porque la confección de la lista (con Romeva en frente) parece destinada a detener una posible fuga de apoyos hacia el campo de Podem/ICV. Es un movimiento que viene de lejos, ya que la elección de Neus Munté como vicepresidenta de gobierno también buscaba dar al ejecutivo de Mas un carácter más "social". Ambos movimientos ponen de manifiesto una cosa: la irrupción de Podem ha trastocado el marco monotemático en que se movía la política catalana desde 2012. El giro "social" de los sobiranistas es la constatación que la nueva izquierda les ha hecho daño, de manera que, quizás, inconscientemente han legitimado Podem como rival principal, lo que debilita las posibilidades de una gran mayoría sobiranista (como dicen todas las encuestas), que habría estado más probable si el principal contrincante hubiera sido el PP.