Pequeño observatorio

El robo también es un arte

En Barcelona hay ladrones muy hábiles, expertos en hacer caer los relojes de las manos

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Josep Maria Espinàs

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Hay muchas cosas que no entiendo. Y no hablo, claro, de temas y materias que son propias de especialistas. Los estudios que he hecho a lo largo de mi vida no se puede decir que sean profundos. He ejercido, simplemente, la curiosidad.

Curiosidades compartidas por mucha gente, cotilleos naturales, razonables. Otras curiosidades me han llevado a caminar por varios lugares y meterme temerariamente en el mundo de las canciones. El consumo de la curiosidad me hace pensar en una discreta droga. Hay cotillas profesionales e incluso hay quien puede sufrir las consecuencias.

No todos los curiosos somos inofensivos. Si el lector me lo permite, hablaré de los curiosos que son unos ladrones. Unos especializados en el robo de relojes a los turistas.

En Barcelona hay ladrones muy hábiles. Son expertos en el valor de los mejores relojes y también en el arte de hacer caer los relojes de las manos.

Si yo fuera a pasear por la Rambla, mi reloj no estaría expuesto a ningún peligro. Es de una marca que no tiene ningún prestigio. Y no puedo dejar de preguntarme por qué un hombre que viaje al extranjero y quiere descubrir el turismo de la Rambla de Barcelona ha de pasear con un reloj que puede valer 20.000 euros. ¿Es que el tiempo va pasando más lentamente si lo va dictando un reloj de prestigio?

Es indiscutible que un reloj marca el tiempo, pero no el tiempo de cada uno. "Yo no tengo tiempo para hacer lo que tú me pides". El espacio es una realidad concreta y dominable, pero el tiempo no. Podría decir que hay una dictadura del tiempo. Hay una frase latina tan cierta como contundente: el tiempo huye.

Nuestra indefensión ha sido reconocida y sentenciada por todos los pensadores. El tiempo huye de una manera irreparable, sentencia Virgilio. Ni qué decir tiene que disponer del tiempo suele ser uno de nuestros grandes deseos. Aprovecharlo o no es otra cosa.

La poética del tiempo ha dado frutos literarios exce lentes.

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