Pequeño observatorio

El lamentable abuso de la palabra

Hablar y, alternativamente, dejar hablar a los demás es una aptitud rarísima

El economista Juan Torres y Eduardo Inda (derecha), en 'La Sexta Noche', el pasado sábado.

El economista Juan Torres y Eduardo Inda (derecha), en 'La Sexta Noche', el pasado sábado. / periodico

Josep Maria Espinàs

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Finalmente me he decidido a hablar de un tema que no parece muy serio: la existencia de charlatanes. Que quede claro de entrada que hablar y charlar son dos cosas muy diferentes. Cambiar una palabra por otra supone siempre un cambio de matiz, o incluso expresar otra idea.

Ni que decir tiene que las palabras son muy importantes pero a menudo las maltratamos. Miro de vez en cuando algunos programas de televisión en los que cuatro o seis personas practican lo que se llama debates. Un debate, como el lector ya sabe, es una discusión entre varias personas que suelen defender posiciones diferentes o contrapuestas.

Pero la siguiente condición es básica: quienes opinan deben estar sujetos a unas normas de intervención, y exposición de sus criterios o argumentos. Para que todo funcione como es debido existe la figura del conductor del debate. El problema es, habitualmente, que al moderador no le es fácil imponerse a la superposición de opiniones que se manifiestan con vehemencia. El moderador quiere ser educado y no se atreve a ser impositivo, como hacen algunas tradicionales expresiones valencianas: "'Calle vostè, parle vostè'".

A veces miro un programa que me podría interesar pero lo abandono cuando veo que, de hecho, es un programa de interrupciones. Hablar y, alternativamente, dejar hablar a los demás es una aptitud rarísima. Y la ironía podría ser eficaz si no fuera por que la irritación verbal tiene más fuerza.

Recuerdo un tiempo en que estaban de moda en las charlas. Alguien hablaba ante unas personas que escuchaban. Cuando el invitado había terminado su exposición del tema, los asistentes tenían la palabra. Uno tras otro. Ahora veo que en la tele lo que se llama un batiburrillo, que si no me equivoco, debe tener alguna relación con 'batir'. Muchos de estos que abusan del uso de la palabra parece que quieran batir el récord de la impertinencia.