Dos miradas

El desnudo

Afirmar que el único camino es la vía muerta actual ha sido el mensaje que se ha repetido machaconamente, pero esto solo conduce a la debilidad y la disgregación social

Toni Comín y Carles Puigdemont en Bruselas el pasado 7 de diciembre.

Toni Comín y Carles Puigdemont en Bruselas el pasado 7 de diciembre. / periodico

EMMA RIVEROLA

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La torpeza o la habilidad de Toni Comín nos desnudó el pensamiento de Carles Puigdemont: la constatación de que la república no respira, la revelación de un plan Moncloa y la consciencia de haber sido sacrificado... Lo que la realidad expresaba a gritos.

Con la suspensión del pleno, más allá de las declaraciones siempre tendentes a la grandilocuencia, Roger Torrent evitó inmolarse por un símbolo. ¿Cuánta gente más debe sacrificar su carrera política por una república quimérica sin plan ni instrumentos para materializarla? El suicidio nunca es una buena estrategia. Afirmar que el único camino es la vía muerta actual ha sido el mensaje que se ha repetido machaconamente, pero esto solo conduce a la debilidad y la disgregación social. Volver a otras elecciones sería enquistar esos males.

Para empezar, hay que ordenar los objetivos del republicanismo. Es posible que muchos de ellos consigan aliados en partidos que ahora se ven como adversarios. Catalunya necesita recuperar su gobierno y gobernar. Hacerlo y hacerlo bien será el primer paso para sumar mayorías. Y hacer política en Madrid, política de verdad, no solo jugar al desprestigio, es imprescindible. El verdadero y único adversario es un partido corrupto, con clara tendencia a la regresión de los derechos, una concepción más que dudosa de la democracia y una visión centralista y obsoleta del Estado. Puede vencerse. Especialmente si no se le alimenta con un desafío estéril.