Pequeño observatorio

El chocolate es mi droga amiga

Como chocolate cada día, sobre todo por la tarde y por la noche. Y a más años, más lo tomo

bizcocho chocolate

bizcocho chocolate / periodico

Josep Maria Espinàs

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Soy un habitual consumidor de chocolate. Sobre todo por la tarde y por la noche. Me levanto, por ejemplo, cuando estoy a medio artículo y pienso: «¿cómo podría seguir?». La pequeña pausa y la pizca de chocolate parece que se ponen de acuerdo para ayudarme. Sí, soy un chocolatófilo. Impenitente, debo medirme las dosis, porque sé por experiencia que el cacao puede ser adictivo. Hay peores adicciones, pienso.

He leído que las cualidades del chocolate son probablemente infinitas, por su sabor y por la energía que aporta de una manera inmediata. Se habla de su beneficio en la salud cardiovascular y en la prevención de infartos y de ictus.

Dejo de lado, ahora, estos efectos para sorprenderme, ya pero en tiempos de desmemoria, con el recuerdo de dos referencias al chocolate. Una es un juego de palabras: «Choco con todos los trenes, late mi corazón, quien no adivine mi nombre es un triste borrincón». De dónde salió, me pregunto este inocente juego verbal. El otro recuerdo lo tengo más claro: mis padres me habían llevado a ver un espectáculo para niños donde se cantaba: «Chocolate, chocolate, eres el rey del paladar».

Los recuerdos me han llevado ahora a interesarme por textos que hagan referencia al chocolate. De entrada, me maravilla que sea una palabra de origen azteca. Y ya en tiempos más modernos, «a tanto llegó el vicio del chocolate que no solo lo tomaban las señoras en sus casas y a todas horas sino que hasta en las iglesias lo iban a saborear...» Y el cancionero catalán le hace decir al bandido Pau Gibert, a quien dieron chocolate y aguardiente, que era lo que más le gustaba, antes de colgarlo.

Yo como chocolate cada día. Y cuanto más años, más chocolate. En otros tiempos, la gente de un pueblo se reunía en el campo para hacer una chocolatada solidaria. Yo no necesito salir de casa, el chocolate hace que me sienta solidario conmigo mismo.