Opinión | Editorial

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Acabemos la fiesta en paz

Una ciudad viva como Barcelona ha querido afirmarse en la Mercè como la comunidad cultural, artística y de convivencia que es

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Las fiestas de la Mercè ya tocan a su fin. El esperado y espectacular piromusical pondrá el broche de oro a la gran cita de los barceloneses. Este año, el fuego y los colores bailarán al ritmo de Lisboa, ciudad invitada, pero también recordarán efemérides como la banda sonora del Mayo del 68 o los 50 años del Festival Internacional de Jazz de Barcelona. Es posible que muchos ciudadanos hayan rememorado estos días acontecimientos más cercanos que convulsionaron la ciudad y tomaron sus calles. Pero ante el recuerdo de momentos de divergencias y tensiones, de esperanzas y desilusiones, podemos enorgullecernos de que, en estos días de fiesta, la alegría y la convivencia han brillado como únicas protagonistas.

“Que una noche cualquiera, paseando por las cuadrículas del Eixample, los laberintos del Raval, las calles de Sant Andreu, Sarrià, Sants o la Trini, podamos mirarnos y encontrarnos”. Ese fue el deseo que expresó la actriz y escritora Leticia Dolera en su valiente pregón. Sin duda, la invitación fue seguida por muchos. ¿Qué es si no una fiesta mayor? La oportunidad de mirarnos, de compartir, de reír, de bailar y soñar con un mismo pálpito.

Durante estos días, una energía positiva ha recorrido Barcelona. Ha emanado de los grandes espectáculos, pero también de los más humildes; en los centros neurálgicos de la ciudad, pero también en los barrios. Una ciudad más viva que nunca ha querido afirmarse como la comunidad cultural, artística y de convivencia que es. Abierta al mundo y acogedora. Orgullosa de su pasado y de su presente mestizo. Es la Barcelona que entronca con la tradición y bebe de nuevas tendencias, que es plural y diversa, que se siente en su conjunto y también en los átomos que conforman sus barrios.

Sabemos del éxito de convocatoria, pero aún es pronto para puntuar al civismo de las fiestas. Por ahora no han trascendido incidentes relevantes. Dolera también tuvo unas palabras para plantar cara al monstruo que amenaza en las esquinas y recordar que en nuestras manos está ser “una manada de las buenas, una manada que cuida y respeta, que no agrede y que tampoco calla delante de una agresión machista, racista, homófoba o tránsfoba, una manada que celebra, ríe y baila junta. Que no se nos olvide esto: la manada somos nosotros”. Que así podamos celebrar el fin de fiesta.