Medioambiente
Ecologismo a la marroquí
El Gobierno de Rabat ha prohibido el uso de bolsas de plástico. Sin campañas de información, ni educación medioambiental ni gastos en sensibilización
Najat El Hachmi
Escritora
NAJAT EL HACHMI
Después de tantos años de campañas de sensibilización en los colegios, los medios, en todos los ámbitos, falta aún mucho camino por recorrer en el campo de la reducción de residuos. Lo dicen los niños del anuncio que nos echan la bronca por no hacer más esfuerzos para reciclar. Que no nos queda más tiempo, expresan enfadados. Y es cierto, pero también es cierto que en esta materia es tan importante reciclar como no generar nuevos desperdicios. Un mayor esfuerzo por parte de las empresas para reducir el 'packaging' de sus productos no iría mal, y si se incentivara el reciclaje devolviendo el importe de los envases al consumidor, como se hace en algunos países o como pasaba aquí hasta finales de los 80 con el vidrio, seguro que se avanzaría mucho.
Tener que pagar las bolsas de plástico es un paso significativo. Poco a poco nos vamos acostumbrando a llevar las reutilizables. También se han abierto muchas tiendas a granel, que reducen al máximo su uso. Pero el proceso es lento y nos cuesta mucho a todos cambiar las costumbres, sobre todo porque todo esto requiere un material muy escaso, que es el tiempo.
En Marruecos las bolsas de plástico eran un problema grave. Su uso no era mayor allí que aquí, pero los sistemas de recogida de basura --recogida, no reciclaje-- son muy deficitarios, de modo que el paisaje acababa sembrado de puntos negros ondeando al viento. Pues bien, esto se ha acabado, porque el Gobierno marroquí las ha prohibido. Ni campañas de información, ni educación medioambiental ni gastos en sensibilización. Prohibición y punto. Ahora los marroquís para ir a la compra usan sobres de papel, fiambreras para los productos frescos y capazos tradicionales. Hay bolsas, pero muy dosificadas. Le pregunté a un tendero de Nador si no las traía de Melilla y me dijo que eso sería contrabando ilegal, ya que también está prohibido importarlas.
Es lo que tiene un Gobierno que no depende de la satisfacción de los ciudadanos para renovarse en las urnas, que puede tomar decisiones unilaterales como esta. Aquí una medida tan radical sería impensable.
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