Análisis

El ébola y la (in)solidaridad

Cuando la vicepresidenta toma el mando también improvisamos porque lo importante no es mandar sino gobernar

CARME VALLS-LLOBET

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Los repetidos llamamientos desde hace más de seis meses de asociaciones solidarias como Médicos sin Fronteras para atender una nueva epidemia que había estallado en África, caían en los sordos oídos de los países desarrollados. Mientras miraban hacia otro lado, el contagio de ébola se ha hecho visible en los profesionales sanitarios y cuidadores, y en los misioneros y misioneras que habían dedicado sus vidas a la solidaridad con los más pobres y los más olvidados del planeta. Para ellos y ellas todo nuestro respeto, pero toda nuestra indignación contra la falta de coordinación y de eficiencia de la ayuda internacional hacia los países afectados, que ha fallado miserablemente.

Los mecanismos de gobierno mundial ante guerras, genocidios y catástrofes, que a duras penas se ponen de manifiesto con vetos continuos entre grandes potencias, han fallado. Este fallo en la gobernanza mundial también se ha puesto de manifiesto en España. Hemos presenciado durante una semana como la ausencia de medidas de gobierno y de un real gobierno compartido, entre todos los niveles de decisión -que es uno de los grandes aspectos que le falta al Estado de las autonomías para ser un estado federal y eficiente- han contribuido al caos, a la confusión y al desacierto.

Repatriamos a un misionero, sin recordar que ya en el 2008 la Comunidad de Madrid se ahorró la Dirección General de Salud Pública repartiendo competencias y que el mismo hospital en que se quería ingresar a los enfermos ya se había empezado a desmantelar para convertirlo en socio sanitario.

Comunicación mejorable

Pero además de la atención, la comunicación a la ciudadanía es francamente mejorable. ¿Dónde está el centro federal de prevención y control de enfermedades coordinado con todos los directores de salud pública de las autonomías? ¿Dónde está nuestro Thomas Frieden que en contacto directo con Obama y con conocimiento científico probado informa de forma veraz y continuada a la ciudadanía? ¿Se exploró realmente la posibilidad de ingresar a los pacientes en otro hospital aunque fuera de otra autonomía con un nivel superior de garantías de aislamiento? ¿Cómo organizar la sanidad en España? ¿Competimos entre autonomías o cooperamos?

El catedrático de Salud Pública Miquel Porta ya ha advertido: «Si todo se diluye nadie es responsable de nada». Pero cuando la vicepresidenta del Gobierno asume la apariencia de tomar el mando continuamos improvisando porque lo importante no es que alguien mande sino que alguien gobierne. Gobernar asesorándose con los excelentes profesionales de Salud Pública que tiene en toda España. La situación es grave y debemos responder todos con una solidaridad extrema. Es el momento de construir la responsabilidad colectiva. No solo falta liderazgo, falta un verdadero Estado federal con gobierno compartido en sanidad y en todos los demás campos. No queremos que nos manden, sino compartir el gobierno de las necesidades de nuestra ciudadanía.