La duquesa Lulú

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ROSA MASSAGUÉ

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Por su apetito sexual inagotable saciado en numerosas aventuras amorosas podría ser Lulú, la criatura musical de Alban Berg. También podría ser Don Giovanni en versión femenina. La diferencia está en que el personaje que nos ocupa no tuvo necesidad de escalar socialmente porque ya había nacido en un hogar de millonarios y tampoco su fin fue obra de un padre vindicador que se la llevara a los infiernos. Su condena fue llegar a los 80 años, arruinada, en una residencia para la tercera edad, en un barrio venido a menos del centro de Londres.

Así acabó Margaret Campbell, duquesa de Argyll (1912-1993). En sus años de esplendor este personaje llenó páginas de papel cuché  hasta que a finales de los años 50 y primeros 60 su nombre apareció en las crónicas de tribunales. Cansado de las numerosas aventuras extramatrimoniales de su esposa, el duque pidió el divorcio demostrando su infidelidad con una serie de fotos polaroid con imágenes explícitas de los encuentros sexuales de la duquesa. El caso fue largo, agrio y muy escandaloso en un país en el que Mary Quant todavía no había iniciado la revolución de costumbres que trajo consigo la minifalda. Una historia como la de la duquesa en la que se mezclaban sexo, riqueza y alta sociedad fue un maná para la prensa sensacionalista británica.

El escándalo y su protagonista también cautivaron la imaginación de un joven compositor, Thomas Adès (1971), quien en 1995, dos años después de la muerte de la duquesa, compuso su primera ópera, 'Powder her face' (Empolva su cara), por encargo de la Ópera Almeida para el Festival de Cheltenham. Ahora ha llegado por primera vez a España, al Teatro Arriaga de Bilbao. Con un libreto del escritor Philip Hensher que no rehúye un lenguaje explícito, Adès compuso su ópera de cámara para cuatro voces que interpretan varios papeles y una orquesta de 15 músicos que doblan varios instrumentos entre los que hay un acordeón y un piano, así como mucha y variada percusión.

LA ÓPERA // Dividida en dos actos y ocho escenas que se desarrollan en una habitación de hotel, empieza en 1990 como un flashback en el que una camarera y un electricista se mofan de la duquesa para pasar rápidamente a 1934. El primer acto explica el personaje de la Duquesa, con su porte de gran dama, su vida de lujo y sus amoríos e introduce escenas que en su momento y en algunos públicos causaron sensación como es una felación con una música bien ritmada.

En el segundo acto el tono es completamente distinto. Es muy sombrío. Estamos en 1955, al inicio del largo proceso de divorcio. Lo que Adès y Hensher explican en esta parte es la hipocresía de una sociedad, machista por demás, que condena a la mujer sobre unas bases morales que los mismos jueces violan impunemente.

La partitura está tejida con muchos y muy distintos estilos. Empieza y acaba con música de tango. En el primer acto hay melodías populares típicas de los años 30 que podrían ser de Cole Porter o Kurt Weill. Identifica a una camarera con notas del personaje de Zerbinetta, de Richard Strauss, y en otro momento aparece el tema de la rosa de 'Der Rosenkavalier' de aquel mismo compositor. En la descripción del carácter lóbrego del segundo acto hay rasgos de Berg o de Igor Stravinsky. En conjunto, esta amalgama de estilos resulta funcional para explicar la historia, aunque en algunos momentos en ambos actos le sobran minutos, algo que ya no ocurre con su ópera posterior, The Tempestestrenada en el 2004.   

LA PUESTA EN ESCENA // El venezolano Carlos Wagner firma la puesta en escena con la que 'Powder her face' ha llegado a Bilbao. Es la misma que realizó para la Vlamsee Oper en Amberes en el 2002, y la misma con la que llegó a la Royal Opera House Covent Garden en el 2008 y repuesta dos años más tarde en el mismo teatro londinense.

Se trata pues de una producción bien rodada que no acusa el paso del tiempo pese a los 14 años transcurridos desde su estreno. Una de las razones por las que el montaje mantiene su vigencia es la sencillez de la propuesta. Una enorme escalera que ascienda hasta una estrecha y amenazadora apertura por la que aparecerá todo lo que condena a la duquesa desde la superioridad, ya sea el marido, el juez o el director del hotel, ocupa casi todo el escenario. Repartidos por la escalera hay, agigantados, varios productos cosméticos como un lápiz de labios o laca de uñas, pero el centro de atención es una polvera en la que reina la duquesa. Es su casa, es su cama, allí vive y, cuando se cierra, es como una ostra que encierra a su perla. También de esta polvera emergerá el joven desnudo en la escena de la felación.

La escenografía cuenta con una excelente iluminación de Paul Keogan que contribuye a crear la atmósfera tan distinta en cada uno de los dos actos con juegos de sombras casi expresionistas, especialmente en el segundo en el que una luz gris, sombría, polvorienta, dibuja la degradación de la protagonista.  

LAS VOCES // Los cuatro cantantes de este 'Powder her face' tienen bien trabajados sus papeles que han representado numerosas veces en distintas producciones. La soprano Heather Buck interpeta varios papeles, siendo el principal el de camarera de la duquesa, pero también el de confidente, fisgona y reportera, y marca claramente los distintos personajes haciendo gala al mismo tiempo de un gran sentido actoral. El bajo Alan Ewing es un cínico duque y temible juez. El tenor Alexander Sprangue tiene que lidiar con numerosos papeles, el de botones, camarero, electricista, espectador, y músico de pacotilla. La soprano Olga Zhuravel como Duquesa, es la única que solo interpreta su personaje. Diego Martín-Etxebarria dirigía le Orquesta Sinfónica de Bizkaia BIOS

Buena cosa es que la obra de Adès empiece a llegar a España. El Teatro Real, dentro de su programación para la conmemoración de su bicentenario ha anunciado, aunque sin fecha, la representación de 'Powder her face' en colaboración con los Teatros de Canal. Este verano el Festival de Salzburgo estrenará mundialmente la última ópera del compositor, 'The exterminating Angel', basada en la película surrealista de Luis Buñuel, 'El ángel exterminador', en colaboración con el teatro de Covent Garden donde podrá verse en el 2017.    

La representación en Bilbao de la ópera del compositor británico es una de las últimas obras programadas por Emilio Sagi como director del Teatro Arriaga a quien sucederá Calixto Bieto.

Espectáculo visto el 6 de mayo.