Los drusos de Siria, entre la espada y la pared

JORDI VÀZQUEZ

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En la guerra civil de Siria todo es susceptible de empeorar. Ya parecía bastante bastante complejo entre los cuatro sectores en guerra: leales a Bashar el Asad, opositores islamistas y del Ejército Sirio Libre (FSA), el movimiento kurdo y el Estado Islámico (IS). Ahora, el escenario empeora. Si Irán y los chiíes del Líbano apoyan al gobierno; Turquía y los monarquías del Golfo lo hacen con los rebeldes del FSA y los islamistas. Entre estos, en un lugar predominante el Frente Al Nusra, marca de Al Qaeda en Siria y detonante del conflicto que está a punto de estallar.

A medida que el ejército sirio va perdiendo posiciones se hace más claro que su alternativa no puede mantener cohesionada Siria. Un caso es el de la minoría drusa, étnicamente árabe y repartida esencialmente entre Siria, Israel y el Líbano. Gran parte de los musulmanes la consideran una herejía. El motivo es que aceptan la reencarnación, no practican el Ramadán ni la peregrinación a La Meca, no consideran Mahoma el último profeta, creen que Dios se puede encarnar en hombres y mantienen postulados gnósticos. Su nombre proviene del turco Ad-Darazí quien estructuró el movimiento dotado de cultos esotéricos. Perseguidos durante siglos, los drusos optaron por forjar comunidades secretas que no aceptan conversos y además practican la taqiyya de los chiítas: mantener en secreto la doctrina.

Los drusos de Siria, unas 700.000 personas, están sobre todo en la región de Jabal al-Druze, en la provincia de Suweida. Otros núcleos importantes son los Altos del Golán o en la zona del norte oeste de Jabal al Sammaq, en la provincia de Idlib donde viven unos 30.000 repartidos entre 17 poblaciones. Generalmente han tenido buenas relaciones con el gobierno sirio. Cuando en 2011 estalló el conflicto, los tres jefes religiosos drusos de Siria se posicionaron a favor de Assad pero se negaron a delatar a los drusos que abandonaban el ejército sirio.

Aunque quisieron restar neutrales en el conflicto, los drusos están amenazados por dos fuerzas. Al oeste el Southern Front, la alianza islamista que incluye el Al Nusra. Al este el IS es sólo 60 kilómetros de Jabat al-Druze. El ejército sirio, leal al gobierno, ha colapsado en la zona. El 9 de junio cayó la base de la 52ª brigada en manos precisamente del Southern Front que avanzó sobre Jabal al-Druze. El día siguiente miembros de Nusra asesinaban una veintena de civiles drusos en la provincia de Idlib. Sólo un mes antes Nusra había afirmado que no atacaría las minorías religiosas como sí hace el IS. Pero Nusra hizo acto de arrepentimiento y dijo que juzgaría a los culpables. En el otro lado de la balanza hay que decir que miembros de Nusra obligaron a convertirse, el pasado 1 de febrero, los drusos de Jabal al Sammaq. A cambio de convertirse y destruir las tumbas de sus antepasados, Nusra a su vez se comprometió a no matar ni imponer la sharia en la comunidad drusa. Todo ello no difiere mucho de la actitud represiva del IS contra la minoría drusa. El acuerdo fue negociado por el caudillo druso del Líbano, Walid Jumblatt, directamente con el grupo fundamentalista. Jumblatt ha apostado fuerte por la oposición siria y, cuando ésta ha quedado en manos de los fundamentalistas, ha preferido negociar con ellos que volver a posiciones pro-Asad.

En este marco aparecen los drusos de Israel donde viven unos 140.000 de los que 23.000 los Altos del Golán bajo administración israelí. Los drusos, principalmente en Galilea, están bien integrados en la sociedad israelí aunque los del Golán siguen leales a Siria. El druso Ayoub Kara, por ejemplo, forma parte del gobierno por el partido Likud. La presencia drusa en el ejército israelí no es menor. Son estos sectores los que están presionando de forma clara para que Israel intervenga en el conflicto sirio y proteja la minoría drusa. Incluso han realizado manifestaciones en este sentido. El 15 de junio, los drusos de Israel celebraron una gran concentración, y no es la primera, pidiendo ayuda para sus hermanos de Siria. Piden una intervención israelí. De hecho Israel ya ha advertido a Nusra que no ataque la comunidad drusa de Siria. Los islamistas han hecho caso omiso y desde hace cinco días están poniendo cerco a Hader, una población de 25.000 drusos junto a la frontera israelí.

Todo ello deja a los drusos entre la espada islamista, de Nusra o del IS, o bien la pared israelí ya que el apoyo hebreo los debilitaría dentro de la comunidad árabe. Además el gobierno sirio parece lavarse las manos. Tras prometer defenderlos, hace sólo diez días una milicia drusa tuvo que intervenir para evitar que el ejército retirara armamento de Jabato al-Druze para llevarlo hacia los feudos del gobierno al norte. Abandonados, no tienen donde elegir para sobrevivir en un escenario donde no hay salida.