INTANGIBLES

La droga de Draghi

JESÚS RIVASÉS

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Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), es el personaje más poderoso de Europa y uno los más poderosos del mundo. Sus decisiones de subir o bajar el precio del dinero en la Unión Europea afectan directamente a todos los habitantes de los países del euro, la llamada Eurolandia, de los cercanos y de muchos otros.

Solo quizás Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal de EEUU, sería más poderosa que Draghi, si el poder se mide por el número de personas a las que afectan sus decisiones. Ambos tienen el poder, hasta cierto punto vicario, de crear o destruir dinero, mediante un proceso que a John K. Galbraith le parecía «tan sencillo que repele a la inteligencia».

Draghi, que además -como Yellen- es independiente de los Gobiernos que le nombraron por mucho que intenten influir en él -y a veces lo consiguen- parece decidido ahora a poner en marcha la versión europea de lo que en EEUU se ha llamado Quantitative Easing -flexibilidad cuantitativa-; es decir, fabricar dinero, con la compra de bonos a estados, empresas y particulares y así animar la actividad económica.

Los alemanes, con Jens Weidman, el presidente del Bundesbank que no pierde oportunidad de presionar a Draghi, ponen mala cara, aunque en los últimos tiempos los empresarios germanos empiezan a quejarse de la pujanza del euro, una moneda que también ellos preferirían algo más barata.

La Quantitative Easing, que no es otra cosa que una burda droga monetaria, ha ofrecido resultados positivos en EEUU durante un tiempo y ha fracasado con estrépito en Japón. Todo indica que Draghi se animará a darle un chute de esa droga monetaria a la renqueante economía europea, a pesar de las críticas teutonas y de los riesgos, entre ellos el de crear un drogodependiente-monetario cuya posterior desintoxicación sería complicada.

Jaime Caruana, presidente del Banco Internacional de Pagos (BIS), algo así como el banco central de los bancos centrales, acaba de advertir de esos peligros. El último informe del BIS, todavía calentito es tan rotundo como elocuente.

«Las causas que condujeron a la actual crisis, así como sus consecuencias, permanecen en gran medida si resolver», dice el texto del BIS, que incluye capítulos con títulos tan prometedores o inquietantes como En busca de la nueva brújula ó Los mercados monetarios mundiales bajo el hechizo de la política monetaria, que también acusa a las autoridades monetarias de haber contribuido «a crear una gigantesca burbuja de activos financieros» por la ligereza de sus políticas monetarias.

Una burbuja que si Draghi opta por darle al enfermo la droga puede volver a cebar. La advertencia del BIS está ahí, para quien quiera escucharla, si es que alguien quiere.