DOS MIRADAS

¿Dónde vamos?

Además de inflamar el ánimo colectivo con llamadas a la resistencia, ¿qué se propone en concreto?

Turull se despide de su mujer antes de regresar al Supremo

Turull se despide de su mujer antes de regresar al Supremo / periodico

EMMA RIVEROLA

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El dolor por los encarcelados el viernesencarcelados es hondo. La situación se antoja injusta y parece destilar más venganza que ecuanimidad. Y ese dolor es compartido por independentistas y por muchos que no lo son. Por todos los que sentimos que nos hundimos en el fango de la incomprensión.

La épica ha vuelto. Más amarga, más hiriente. Tienen motivos los actores del 'procés' para sentirse atacados, pero no tienen todas las razones. Aunque ya poco parece importar.

De la lógica del conflicto se ha entrado en la espiral del conflicto, sin memoria, solo entregada al ataque-defensa. Ya no se quiere recordar que hubo unos días en septiembre en los que se despreciaron a las leyes y a la mitad de los catalanes ni que, arrastrados por una emoción desbocada, se declaró una DUI que significó el suicidio del ‘procés’. Solo queda la sensación del agravio persistente. La construcción de un enemigo ruin que vive para destruirnos…. A nosotros, a la 'bona gent'.

¿Cuál es el plan?

Y ahora, ¿cuál es el plan? Además de inflamar el ánimo colectivo con llamadas a la resistencia, ¿qué se propone en concreto? Los que siembran la rabia de sentirse atacados sin más, ¿saben a dónde conduce ese sentimiento? En este conflicto nada ha ocurrido sin más. La lista de culpables es larga. Y empieza por el PP. La épica es el grito de quien no tiene nada que ofrecer. Pero nos queda la política. Y no es poco. De hecho, es todo lo que necesitamos para salir de esta tristeza que nos asfixia.