Al contrataque
¿Dónde está la izquierda?
Julia Otero
Periodista
Dirige y presenta el magazine de tarde en Onda Cero, 'Julia en la onda'. Licenciada en Filología hispánica por la Universidad de Barcelona, ha trabajado tanto en radio como en televisión y forma parte del Colegio de Periodistas de Catalunya desde hace 25 años.
JULIA OTERO
La portada de un indisimulado periódico gubernamental afirmaba esta semana que el PP ganaría las elecciones europeas incluso sin candidato conocido. Los conservadores gozan de tal fidelidad entre sus votantes que casi es irrelevante la figura del cabeza de cartel. La socialdemocracia, mientras, se desangra, incapaz de dar respuesta a los desafíos de la época. Envidiar la disciplina de los votantes del adversario conduce a la melancolía y, lo que es peor, al error. Es un síntoma preocupante en todos los partidos de izquierda de Europa. El ejemplo más claro lo ha dado Hollande esta semana: los suyos le castigaron votando a la derecha y su reacción fue admitir que estaban en lo cierto, y por eso nombra primer ministro a Valls, lo más parecido a la derecha que tenía en el estoc. Europa tiene un problema de calidad democrática, un concepto acuñado en los últimos años por razones obvias. En España ese déficit tiene mucho que ver con la corrupción, la impunidad de los ladrones elegantes que nos han saqueado y la criminalización de cualquier movilización social. Cuando a la ciudadanía se le dice descaradamente que vote, apechugue con el resultado y se calle cuatro años, con el argumento de que eso es lo democrático, se está pervirtiendo de forma grosera el sistema.
El capitalista es, con diferencia, el menos malo de los sistemas conocidos hasta ahora, sobre todo mientras el pacto entre poder y ciudadanía funcionó. Ha sido una máquina eficaz de crecimiento y prosperidad en la que algunos se han hecho ricos a cambio de distribuir la riqueza con cierta equidad y dar beneficios sociales a todas las capas de la sociedad. Pero el pacto se ha ido resquebrajando, ha triunfado el capitalismo especulativo, el de casino, y sus beneficiarios tratan el descontento de los perjudicados como un desafío a la autoridad. Los que protestan o se manifiestan en la calle son peligrosos antisistema a los que hay que perseguir con todos los medios disponibles. Si la ley se resiste -como es el caso-, se crean unas reglas de juego ad hoc, jueces al margen, para imponer multas estratosféricas sin pasar por el juzgado.
El virtuosismo de la ola ultraconservadora es convencer a los más pobres de que no existe otro camino, que no ha lugar ya la división entre izquierda y derecha (Le Pen lo dijo literalmente) y, sobre todo, que hay que defenderse de los miserables que se encaraman a vallas con cuchillas con tal de venir a sacarnos el pan.
Un miedo indigno
¿Cómo actúa en este escenario la socialdemocracia? Agazapada entre las cortinas de palacio, aguarda la vuelta al poder con un miedo indigno a tomar partido, a incomodar a los poderosos, a mezclarse con la gente, escucharla y ponerse al frente de la manifestación. Sí, al frente y combatiendo al mismo tiempo a los vándalos violentos de la retaguardia, esos grandes cooperadores del miedo y la resignación general.
- García-Castellón y Gadea dejarán sus plazas en la Audiencia Nacional y Pedraz sopesa hacerse con el juzgado del Tsunami, por Ernesto Ekaizer
- El río subterráneo más largo de Europa está en España: nadie conoce su nacimiento ni su desembocadura
- Airbnb aconseja a los propietarios que no anuncien las piscinas en sus alojamientos turísticos
- Vuelve Moisés a Pasapalabra: el concursante desvela los problemas que sufrió en el pasado y por los que tuvo que abandonar el programa
- La Junta Electoral avala la candidatura de Puigdemont y rechaza la impugnación de Cs
- El invierno vuelve por Sant Jordi: los meteorólogos alertan del fenómeno que nos espera la próxima semana en Catalunya
- La vida de Rosa Peral en prisión: ¿A cuántos años está condenada? ¿Cómo es su día a día? ¿Qué estrategia seguirá en adelante?
- El Barça vive una tragedia insoportable ante el PSG