PEQUEÑO OBSERVATORIO

El dominio humano del aire

Yo no me veo capaz de sumergirme en unas revistas mientras la ventanilla me proporciona unas imágenes que no puedo tener en casa

Un niño de 12 años roba la tarjeta de su madre, viaja a Bali y se hospeda en lujoso hotel

Un niño de 12 años roba la tarjeta de su madre, viaja a Bali y se hospeda en lujoso hotel / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

He tenido bastantes ocasiones de ver cómo un avión corría por una pista y al cabo de pocos segundos dejaba la pista y subía. Sin demasiada prisa pero con mucha fuerza. Me gusta distraerme, porque la tendencia a distraerme siempre me ha sido productiva. Y cuando he hecho un viaje en avión siempre he procurado sentarme junto a una ventana. Hay gente que no es 'ventanista'. Yo sí. Yo no me veo capaz de sumergirme en unas revistas mientras la ventanilla me proporciona unas imágenes, unos paisajes que no puedo tener en casa.

Hay una expresión que habla de las mujeres "ventanistas", que es una manera discreta de aludir a las mujeres cotillas. Yo no soy nada cotilla con respecto a las personas, sus costumbres, a sus creencias y opiniones. Pero me apasionan los paisajes que no me resultan familiares.

Hasta Japón

He hecho, en avión, viajes muy largos, incluso a Japón. Pero también viajes modestos, con aviones que volaban más bajo, y aún veo aquella mujer de un pueblo que barría el porche de su casa y nos saludó con la escoba cuando el avión sobrevolaba bajo.

El transporte en globo, asistido por un motor --yo viajé así a Francia-- debe de haber fracasado. Sólo cabíamos cuatro personas. No sé si alguien conoce, hoy, la expresión "te irás en globo", que quizás quería decir que fracasarías. El globo, hoy, si no me equivoco, es la imagen de unas determinadas inversiones. Un aviso crítico a quien practica excesivas ambiciones sin suficiente fundamento: "ves hinchando el globo y acabarás petando".

Cuando iba en un avión y, aún en la pista, veía que el morro se levantaba, comenzaba a respirar tranquilo. Ya no teníamos que confiar solo en el favor del viento.