MIRADOR

Doble polarización

Si el 26-J se confirma el retroceso del centroderecha reformista y de la izquierda moderada, la inestabilidad política se enquistará

Albert Rivera, durante la presentación de la memoria económica y el programa electoral de Ciudadanos

Albert Rivera, durante la presentación de la memoria económica y el programa electoral de Ciudadanos / periodico

JOAQUIM COLL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Me temo que el resultado del 26-J no va a despejar la inestabilidad política en la que estamos instalados desde el 20-D. Todo lo contrario, dicha situación puede enquistarse aún más. La encuesta del CIS lo señala. Por un lado, tenemos el retroceso que experimentan tanto el PSOE como Ciudadanos, las únicas fuerzas que han hecho durante estos meses de interinidad un esfuerzo serio por alcanzar un programa de gobierno. Se puede criticar que la operación de gran centro progresista que firmaron con tanta solemnidad Pedro Sánchez Albert Rivera no sumaba los apoyos suficientes para sacar adelante la investidura del primero. Pero sorprende que algo que fue visto como positivo por la gran mayoría de los ciudadanos en los sondeos, aunque pudo incomodar a una parte de sus respectivos electores, no reciba ahora ningún premio en un momento el que tanto se ensalza la necesidad de alcanzar acuerdos transversales y superar la “vieja política”. 

Tanto el CIS como el resto de encuestas señalan que se está produciendo un fenómeno de doble polarización: los partidos se agrupan en bloques ideológicos clásicos, derecha e izquierda, y dentro de cada polo obtiene mayor ventaja la fuerza que más se aleja del centro político. Hasta ahora todos los manuales decían que las elecciones se ganaban por el centro. Sin embargo, tanto el PP como sobre todo la nueva coalición Unidos Podemos incrementarían sus apoyos directos en detrimento de Ciudadanos y los socialistas. El primer cálculo que haremos la noche del 26-J será para saber cuál de los dos bloques alcanza mayor número de diputados. Del 20-D surgió un empate que nos llevó a un bloqueo (PP y C's sumaban 163 frente a los 161 de PSOE, Podemos e IU). Esta vez, la alianza electoral de Pablo Iglesias con Alberto Garzón no solo adelantaría en votos y escaños al PSOE sino que lograría también crecer a costa del PP en muchas provincias por efecto de la ley d’Hondt. Los conservadores pueden sacar menos diputados con más votos. El resultado es que el bloque de izquierda tomaría ventaja, aunque necesitaría la abstención del PNV y de los separatistas para formar gobierno. Una victoria realmente endemoniada de gestionar.

Al PSOE le pueden pasar dos cosas muy malas. El temido 'sorpasso' y verse obligado a formar gobierno con Podemos en posición subalterna. Un escenario que puede acabar siendo internamente tan cismático como abstenerse en beneficio del PP existiendo una mayoría de izquierdas en el Congreso. Pero el resultado está aún por escribir. Hay todavía más de un 30% de indecisos, con lo que la campaña puede revertir o agravar esa tendencia. Si el 26-J se confirma esa doble polarización y, en consecuencia, el retroceso tanto del centro derecha reformista como de la izquierda moderada, la incapacidad para consensuar cambios constitucionales y la inestabilidad política se enquistará.