El nuevo escenario político

Distensión parcial

El independentismo no tendrá más remedio que recoger las migajas de la distensión y acogerse a cualquier inicio de diálogo

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Xavier Bru de Sala

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Pedro Sánchez solo dispone de 84 diputados. Le faltan 92 para ganar alguna votación en el Congreso. El Gobierno centrista y centralista que ha designado le deja sin soporte asegurado. Pero espera disponer de la herencia de los Presupuestos que le dejará, sin querer, el PP. Y dispone del 'BOE'. Con eso le basta para emprender una larga campaña electoral al calor de la Moncloa. Mientras, C's aún ha de calibrar las dimensiones de su fracaso. Mientras, el PP purgará sus pecados en los bancos de la oposición, que es donde se efectúa la penitencia, y se renovará. La última decisión de Rajoy, la de dejarlo por completo, de prisa y para siempre, es la más acertada que ha tomado.

A pesar de que el nombramiento de Borrell sea indigerible para los independentistas, Miquel Iceta tiene motivos para sonreír: la importantísima bolsa de votantes de Ciudadanos se empezará a vaciar en breve y el PSC será el primer beneficiario.

El barco del Estado, sin daños

En Catalunya, y en toda España, se observa una diferencia de percepción abismal entre la sociedad, el común de la gente, y la nube de políticos y medios de comunicación que siempre cubre el cielo. Para los primeros, y por mucho que disimulen los del arriba, ha pasado el peligro (o la oportunidad) de independencia de Catalunya. Cuando los barcos se acercan a una roca que les podría abrir una vía de agua, todo el mundo contiene la respiración. El del Estado la ha esquivada sin daños, el soberanista ha perdido el timón. Mala noticia para los partidarios de los títeres republicanos. Peor noticia para Rivera y Arrimadas.

El futuro del PSOE no se juega solo ni de manera principal en Catalunya o en relación a Catalunya. El objetivo de la campaña electoral de Pedro Sánchez debería consistir en ganarse la confianza de una parte del electorado del PP. Parece que lo ha entendido. Si lo consigue, desalentará de paso a una parte del electorado de Podemos, que podría volver al PSOE, como todos los que han empujado a Sánchez hacia la Moncloa, por eliminación: Más vale PSOE que PP, más vale PP que C's. Abandonad toda esperanza de giro copernicano.

La designación de Borrell equivale a ponerse una gruesa venda, casi una coraza, contra las acusaciones de connivencia con el independentismo. Así Sánchez evitará el peligro de tener que suturar. Con Borrell o sin él, con Meritxell Batet o sin ella, en Catalunya cambiarán dos cosas por el paso de Rajoy a Sánchez. La primera, un principio de distensión ambiental, acompañado de prudentísima medidas de acercamiento de presos y de levantamiento pausado de controles. La segunda, una comisión de estudio de reforma constitucional que prepare el terreno para la próxima legislatura. Atención a la propuesta del Cercle d'Economia.

Siempre con la mano del Estado en el gaznate, el independentismo no tendrá más remedio que recoger las migajas de la distensión y acogerse a cualquier inicio de diálogo. Si se produce alguna liberación de presos, será por presión europea y por sintonía de los altos tribunales con la nueva situación. Si resucita una tercera vía, no será como demanda catalana, sino por oferta del Estado.