Peccata minuta
Dios y el diablo
Millet, Montull y retoña no se apropiaron de un solo duro; mienten, asistidos por la ley, para solidarizarse con la intachable Convergència
El pasado miércoles, en el mismo instante en que el oráculo Puyal sentenciaba que Dios existe y es culé, algo debió de socavar fuertemente los cimientos de la católica alma de Fèlix Millet (no en vano el año 81 fue nombrado Caballero de la Orden de Isabel la Católica) cuando, tras celebrar en familia los seis goles del Barça con champán o cava (también Millet fue distinguido como Confrare d’Honor per la Confraria del Cava de Sant Sadurní el 2008), el de la TdP tomó el nombre de Dios en vano y se lo apropió festivamente para celebrar una misa perfectamente pagana. La paradoja moral es que Millet (premio Conciutadà que ens honora desde el 9 de julio del 2008) dispone de bula jurídica –y quizá divina, si Dios, como Cristòfor Colom, acabase siendo catalán– para seguir mintiendo desafiantemente ante el señor juez.
Después de darle muchas vueltas, llego a la conclusión de que si el 'Senyor de Barcelona' (10 de noviembre del 2005) ha mentido valientemente a los vibrantes acordes del 'Cant de la Senyera' de su abuelo, lo ha hecho en pro de la futura patria de sus nietos. ¿Cómo iban a quedarse él (Creu de Sant Jordi 1999) y Montull, su mano derecha –que nunca ha sabido lo que hace la izquierda– ni un céntimo de Ferrovial, empresa fundada por el madrileño Rafael del Pino y Moreno, considerado por 'Forbes' como una de las personas más ricas del mundo y fallecido en el 2008, justo cuando en el Palau sonaban los primeros compases del 'caso Millet', Opus... para ganzúa y orquesta?
NEGOCIAR UNA PROPINA
Millet, siempre adelantado a su tiempo y poseedor de la Cruz de Oro 2008 de la AEFE (Agrupación Española de Fomento Europeo), entendió perfectamente lo que luego se convertiría, como 'la Senyera', en himno: '¡Espanya ens roba!' ¿Qué mejor, pues, que negociar con los bandidos españoles una pequeña propina para devolverla íntegramente a las víctimas? El 'caso Millet&Montull&Montulljr.' debería rebautizarse como 'caso Robin Hood', y habría de constar como pieza clave en el sumario aquel castellano refrán de los cien años de perdón.
Exijo desde aquí inmediato dictamen de inocencia y reparación de honor para don Fèlix. ¿O acaso fue él quien reclamó que en 1988 le fuese concedida la Clau de Barcelona? ¿A quién se le ocurre regalarle una llave a un cleptómano que ya tenía todas las puertas abiertas? Insisto: Millet, Montull y retoña no se apropiaron de un solo duro; mienten piadosamente, asistidos por la ley, para solidarizarse con la intachable Convergència, la de la mano en el fuego por Osàcar, la gallarda Convergència que, aturdida por sus tantas bondades, considera que la hipersolicitada comparecencia de Mas está de más.
Total, que en un solo día Dios fue culé, y Convergència y su 'masia' las garras del diablo.
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