Ética y negocio

Dimes y diretes

En el clima actual de denuncias e incriminaciones de abusos y maltrato, se han disparado las especulaciones

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JOSEP MARIA POU

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Se estrena este fin de semana la película de Ridley Scott de la que se ha borrado por completo el trabajo del actor Kevin Spacey, un hecho del que ya les hablé en esta misma columna. Lamenté entonces el trato dado al actor, porque creo que es básico separar la conducta personal del trabajo profesional y porque sospecho (no hay que tener mucho olfato para ello) que el castigo infligido al actor obedece más a razones de tipo comercial que a las de la pura ética o moral.

Creo que los productores (el director, uno de ellos) han querido curarse en salud ante un hipotético boicot a la película y la consecuente pérdida de recaudación. Puede que el tiempo acabe dándome la razón cuando, dentro de un par de años, fiando largo, veamos en el mercado un 'BlueRay' con "el montaje original que incluye la actuación perdida de Kevin Spacey'. Al tiempo. Me parecen zafias, además, las declaraciones de Scott ante el estreno: "El nuevo Jean Paul Getty (al que interpreta ahora Christopher Plummer) es mucho mejor que el de Spacey". Crueles, en cualquier caso.

Brujas y sombras

Cuidado con las cazas de brujas y los intereses que las alimentan. Y cuidado, sobre todo, con ver brujas donde apenas se intuye una sombra que cruza. O, lo que es peor, con hacer ver brujas donde no hay conjuro, hechizo ni bebedizo. El dramaturgo Neil LaBute (bien conocido en Barcelona, donde se han estrenado con éxito muchas de su obras y donde él personalmente ha venido a impartir algunos cursos) ha visto cómo se suspendía bruscamente el estreno ya anunciado de su próxima obra y se rompía el compromiso que le mantenía desde hace 15 años como autor residente de una de las más importantes compañías del Off-Broadway neoyorquino.

En el clima actual de denuncias e incriminaciones de abusos y maltrato, se han disparado las especulaciones. La compañía ha comunicado el fin de las relaciones, sin más. El autor no ha dicho palabra, todavía. Pero dimes y diretes, desbocados y encabritados, están ya redactando sentencia. Me parece grave. Grave y preocupante.