Dijsselbloem y los cerdos del sur

Los europeos no se merecen un Eurogrupo presidido por un persona con prejuicios sobre sus propios miembros

Dijsselbloem bromea poniéndose su nombre en la frente en la foto de grupo de la reunión, ayer, en Bratislava.

Dijsselbloem bromea poniéndose su nombre en la frente en la foto de grupo de la reunión, ayer, en Bratislava.

OLGA GRAU

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El presidente del Eurogrupo ha apretado las tuercas a esos cerdos del sur. ¡Qué es eso de andar pidiendo dinero cuando luego se lo gastan todo en alcohol y mujeres! El acrónimo inglés PIGS (cerdos en español) se acuñó durante la crisis del euro para designar al conjunto de países (del sur, claro) que estaban al borde de la quiebra (en inglés Portugal, Italy, Greece, Spain). Su uso recuerda las fuertes tensiones norte/sur, sobre todo a raíz del rescate griego, que casi se llevaron a la unión monetaria por delante.

Las declaraciones del holandés Jeroen DijsselbloemJeroen Dijsselbloem, que coinciden con el 60 aniversario del proyecto europeo, son intolerables por machistas y xenófobas, pero sobre todo por venir del máximo representante de una institución tan relevante.

El Eurogrupo no es un órgano oficial de la Unión Europea, es un foro más o menos informal que reúne una vez al mes a los ministros de economía de los 19 países que comparten el euro como moneda. Sus funciones no son legislativas ni tampoco ejecutivas, pero durante la crisis ha ido ganando peso hasta convertirse en una muy poderosa institución que no rinde cuentas a nadie porque nadie había previsto en los protocolos europeos que acabara mandando tanto.

La explicación del poder creciente del Eurogrupo se tiene que buscar en el papel que ha jugado en los rescates de Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre y España. Una buena parte de la financiación para salvar de la quiebra a esos países no ha venido directamente de las instituciones europeas, sino que ha sido aportada directamente por países del euro o a través de mecanismos creados por los Estados miembros para evitar la mutualización de la deuda. Como técnicamente el dinero no lo han aportado las instituciones de la UE, si no los países del euro, el Eurogrupo, como foro de esos países, se ha convertido en una institución muy relevante.

De hecho, hay quien ve en el Eurogrupo reforzado y con una reforma profunda de su gobernanza el futuro germen de un ministerio de economía único para los países del euro que permitiría armonizar impuestos y normativas para reforzar la moneda común dentro de esta Europa a dos velocidades.

Ahora que el proyecto europeo está cuestionado por el ‘Brexit’ y los movimientos eurófobos es más importante que nunca que las instituciones sean democráticas, rigurosas y rindan cuentas. Los europeos no se merecen un Eurogrupo presidido por un persona con prejuicios sobre sus propios miembros. Las instituciones deben ser respetables. Y para ello, el primer paso es respetar las reglas y las personas.