Susana Díaz, por la senda de Montilla

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JUANCHO DUMALL

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El 20 de julio del 2008, el entonces 'president' de la Generalitat, José Montilla, pronunció una de sus contadas frases para la historia. Ese día se clausuraba el 11º Congreso de los socialistas catalanes y el invitado estrella era el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. El PSC reivindicaba entonces (como ahora) un mejor trato financiero del Estado a la Generalitat, y el Gobierno central se resistía (como ahora). Fue entonces cuando Montilla lanzó su dardo mirando a los ojos al presidente español. «José Luis, te queremos mucho, pero queremos más a Catalunya». 

El presidente catalán había dado un paso importante. Su alto cargo institucional le liberaba de someterse a la disciplina socialista. Entre asumir la defensa de los intereses de la Generalitat o alinearse con la Moncloa, optó por lo primero.

Nueve años después, otra presidenta autonómica, Susana Díaz, se ha dirigido en términos parecidos al secretario general del partido, Pedro Sánchez. «Como secretaria general de los socialistas andaluces y como presidenta de la Junta, te pido que nunca me hagas elegir entre las dos lealtades», proclamó Díaz, ante el delirio general de los asistentes al congreso del PSOE andaluz.

Entre ambos casos hay dos pequeñas diferencias. Sánchez no es presidente del Gobierno, y Zapatero lo era. Y, segundo, hay dudas de que Díaz «quiera mucho» a Sánchez, a la vista de los navajazos que ambos se han cruzado en el convulso último periodo de su partido. 

Lo relevante, sin embargo, es que los socialistas siguen lejos de tener un modelo territorial compartido. Porque en las palabras de la líder andaluza aparece implícita una rebelión contra el planteamiento sanchista de una España plurinacional, una nación de naciones.

Café para todos

Susana Díaz vino a decir ayer que el socialismo andaluz se pondrá frente a cualquier intento de la cúpula del partido de promover una salida al conflicto catalán que no pase por el café para todos. Nada más significativo en este sentido que el homenaje que Díaz le dispensó a Alfonso Guerra, militante ejemplar del jacobinismo socialista.