La deuda es la fuerza que dirige el mundo

JESÚS RIVASÉS

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Jean François Revel, en 1988, poco antes de la caída del muro de Berlín y cuando ni él mismo lo esperaba, defendía en 'El conocimiento inútil' (Espasa) que "la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira". El intelectual liberal arremetía contra los totalitarismos vigentes entonces, mientras enarbolaba el estandarte de la sociedad abierta. Avanzado el segundo decenio del siglo XXI, totalitarismos disfrazados de populismo quieren controlar el mundo -y amenazan como los de otros tiempos las libertades-, pero ahora el pensador francés escribiría que "la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la deuda".

Bill Clinton fue, quizá, el gobernante moderno que primero lo comprobó en sus propias carnes y, además, supo aprovecharlo. Bob Woodward pasará a la historia del periodismo por descubrir, junto con Carl Berstein, el Watergate que hundió a Richard Nixon. En su libro 'The Agenda' narra el primer año de la presidencia de Clinton, en 1993. El cronista relata cómo al principio de su mandato el presidente americano le espetó a Alan Blinder, uno de sus asesores: "¿Quieres decirme que el éxito de mi programa económico y de mi reelección dependen de la Reserva Federal y de un grupo de jodidos vendedores de bonos?" Entonces, los mercados no confiaban en la política titubeante del nuevo inquilino de la Casa Blanca y el precio de los bonos -que son deuda, en definitiva- subía y subía. Clinton entendió el mensaje y corrigió sus planes económicos. Fue reelegido por una mayoría abrumadora y en los Estados Unidos -y fuera de ellos- su presidencia, al margen de los escándalos galantes, es recordada como una época próspera.

Federico García Lorca, en el 2016, en Nueva York, ya no escribiría "Ay, Wall Street / que ya la bolsa es una pirámide de musgo", sino "el mundo es una pirámide de deuda", porque la deuda del sector no financiero (empresas, hogares y sector público) ha alcanzado el 245% del PIB mundial, es decir la estratosférica cifra de 178 billones -con 'b' de barbaridad- de dólares/euros, ahora que cotizan a la par. Todo es deuda y, además, no deja de crecer ya que desde el 2006 se ha multiplicado por 1,5 y, en el caso de los países emergentes, por 3,4. España, por supuesto, participa con entusiasmo en esta orgía deudora y se ha instalado en el 100% de deuda con respecto al PIB, más o menos, un billón de euros. Los más optimistas apuntan al 2030 para una reducción notable. Mientras tanto, todo se hace con deuda, desde el dinero que Montoro promete -con mejor o peor cara a las CCAA- hasta la futura cobertura de las pensiones si el sistema no da para pagarlas y se agota la "hucha de las pensiones". Cada minuto en el mundo se negocian miles de millones de deuda y claro, la deuda es la primera de las fuerzas que dirigen el mundo. La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, sentenciaba Mairena, en el libro de Machado que Pablo Iglesias le regaló un día a Rajoy