La salud política

Desequilibrio de poderes

La calidad democrática ha ido retrocediendo en España de modo muy alarmante

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JESÚS LÓPEZ-MEDEL

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Siempre se ha estimado un postulado democrático la separación de poderes. Pero es un principio antiguo en su formulación entendida como mero reparto de funciones. Anteriormente, lo que había era una concentración de poderes en uno solo. Frente a esto, Montesquieu y otros elaboraron esa doctrina, saludable pero insuficiente en la actualidad.

Todos los países disponen de instituciones diferentes para las funciones de gobernar, legislar y juzgar. Pero no por ello son países democráticos, pues eso depende de otra idea fundamental: el equilibrio.

Esta noción de equilibrio de poderes o contrapesos es ahora lo esencial para hablar de calidad democrática. Esta virtud ha ido retrocediendo en España de modo muy alarmante. Al partido gobernante no le importa. Solo detentar el poder. Y como el principal partido de la oposición tiene los mismos vicios de un sistema pervertido, la alternativa es limitada.

Teóricamente la Constitución dispone un "sistema parlamentario" para España, según el artículo 1.2, pero la práctica ha desvirtuado esta fórmula. La Cámara representa algunos miércoles un teatro con escenificación de preguntas breves de espadachines-actores. Y nada más, pues a nivel normativo todo está bloqueado por la delegada del Gobierno en el Congreso. No hay leyes y las comisiones sirven para tapar y aparentar que se hace algo cuando, en verdad, nada hay.

El Poder judicial está revelando sin pudor una ausencia peligrosa de independencia. El gobierno de los jueces esta designado por intereses políticos. El Consejo General actúa de modo abierto en favor de las tesis del Gobierno, y los nombramientos de jueces son manejados con maestría por el ajedrecista presidente de un órgano vaciado de funcionalidad.

Los jueces son formados desde la escuela en una concepción sacerdotal cuasi divina y aprenden pronto que para prosperar en la carrera no deben ser nunca críticos con el poder. Los destinos, los ascensos..., dependen de eso. Si hay cercanía al poder político o asociativo, mejor, sin ninguna duda. Junto a ello, están los que son por esencia conservadores. He conocido jueces que bajo la apariencia de una toga esconden una ideología muy militante.

Judicialización del 'caso catalán'

Desde la ingeniería de la sala de máquinas manejan muy bien sus intereses y hacen que importantes casos queden en manos de magistrados afectos. La judicialización del problema político catalán lo evidencia. Están constantemente retorciendo el Derecho para servir a los intereses del Gobierno.

Y del Tribunal Constitucional… ¿qué decir? Su entreguismo ha hecho perder la fe en su imparcialidad. Las injerencias de Gobierno a través de canales fluidos, contamina su exigible objetividad. Que hasta hace poco fuese presidido por un catedrático sin ninguna reputación salvo compatibilizar su cargo con una militancia en un partido, revela el servilismo.

Hace poco el Congreso de EEUU consiguió el cierre del Gobierno en un país muy presidencialista. Eso solo es posible cuando los 'checks and balance' funcionan. Aquí, ni esto. Ni controles, ni frenos. Desequilibrio total.