La rueda

Desde el palco del Madrid

CARLES SANS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El pasado sábado fui invitado, a petición propia, al palco del Santiago Bernabéu. La situación para un culé como yo no era fácil después de lo sucedido en el Camp Nou. Había que ir a Madrid para asestar un golpe mortal al eterno rival y asegurarnos así el campeonato de Liga. Al entrar y ver a las personas que estaban en el bullicioso vestíbulo que da acceso al palco me pareció estar asistiendo a la junta general de accionistas de un banco, o la antesala de un lugar en el que hubiera de celebrarse el congreso de algún partido político; todo eran chaquetas oscuras y corbatas que rodeaban el cuello de lo más florido de la sociedad civil, política y militar de este país. Sería interminable escribir aquí sus nombres y sus cargos, entre ellos se abrazaban a la madrileña, es decir, golpeándose sonoramente la espalda, haciendo gala de un ardor típicamente castellano. De repente vi abrirse paso al anfitrión, don Florentino Pérez, que me saludó afectuosamente con el tradicional abrazo con palmadas. Se confesó fan de Tricicle y lamentó, mientras dibujaba una sonrisa maliciosa, que fuera yo tan del Barça. Luego fui saludando a derecha e izquierda hasta llegar a un privado dentro del privado, lugar en el que los directivos del Madrid disponen de un salón donde reciben y toman algo. Fue allí donde me topé con José María Aznar, que cada día se parece más al ministro Soria -antes era al revés: era Soria el que se parecía a él-. La política es lo que tiene.

Empezó el partido y los ultras no pararon de jalear al Madrid y de insultar al Barça, especialmente a Messi al que llamaban «subnormal». Luego pasó lo que pasó y, al pitar el final, con mucho cabreo interior y con la sonrisa puesta, me despedí a toda prisa hasta toparme accidentalmente con Aznar, el cual, al verme, esbozó una sonrisita que no olvidaré jamás.