Molenbeek, a seis paradas de metro

La descordinación policial ha hecho del barrio de Molenbeek de Bruselas un campo abonado para el yihadismo

Mercado callejero en una plaza de Molenbeek.

Mercado callejero en una plaza de Molenbeek.

MONTSE MARTÍNEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estación de metro de Schuman -frente a las instituciones europeas-, estación de Maelbeek -en pleno barrio europeo y escogida por el suicida para inmolarse en Bruselas-, estación de Ars Loi, Parc, Brouchére -a diez minutos de la emblemática Grand Place- y Etangs Noirs -puerta de entrada al barrio de Molenbeek, cuna yihadista en el corazón de la capital europea-.

Seis paradas de metro, un cuarto de hora escaso, separan a dos mundos en las antípodas que conviven en la poliédrica capital belga.

La comuna de Molenbeek, una de las 19 que conforman la región de Bruselas, es mayoritariamente musulmana, de procedencia marroquí. Básicamente está integrada por emigrantes del país norteafricano que se afincaron en Bélgica en los años 60 al reclamo del trabajo en las fábricas de acero. Emigrantes que ahora tienen nietos belgas.

Nietos que bien podrían ser Abdeslam, cerebro de los atentados de París, o los hermanos Bakraoui, los suicidas del metro y del aeropuerto de Bruselas. Por poner dos ejemplos. Jóvenes musulmanes radicales que campan a sus anchas en un barrio que se ha revelado idóneo gracias al desbarajuste competencial de los distintos cuerpos policiales belgas. Muchas policías tienen competencias pero pocas han puesto los pies en sus calles para, además, ocultarse información. Nadie tiene respuesta clara para la difícil cuestión de fondo. Qué lleva a jóvenes nacidos en el corazón de Europa a hacer la yihad. Un poco de ausencia real de integración de la comunidad musulmana en la sociedad belga, otro poco de agravio en referencia la desigualdad de oportunidades (el índice de paro juvenil en el barrio es de un 40%)...

Resuenan como nunca ahora las palabras de hace un año de la alcaldesa del barrio de Molenbeek, ya conocido internacionalmente. Françoise Schepmans reconocía que había madres que le pedían ayuda al tener constancia de que sus hijos se marchaban a Siria e Irak a hacer la yihad. Hijos que bien podrían ser Abdeslam o los hermanos Bakraoui.