EL 25-N

Desconfianza y desencanto

Los candidatos causaron una impresión muy floja en 11 ciudadanos dispuestos a hablar de política de madrugada en la redacción del diario

Cita en EL PERIÓDICO El grupo de lectores invitado al debate, en la redacción del diario.

Cita en EL PERIÓDICO El grupo de lectores invitado al debate, en la redacción del diario.

Joan Cañete Bayle

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Sietecandidatos y 11lectores. En la redacción de EL PERIÓDICO vivimos dos debates el domingo por la noche. Uno, el de los 'presidenciables' en TV-3. El otro,el de los lectores, el director del diario y algunos de nuestros expertos.A un lado, los siete candidatos en busca de voto; al otro, 11 potenciales votantes. A juzgar por sus conclusiones, ninguno de los ciudadanos salió convencido del trabajo de sus representantes.

“Me ha parecido que he visto el programa Sálvame que ve mi madre cada tarde. Y me da pena que personajes así aspiren a gobernar mi país” (Àngel Conesa. Médico).

El formato del debate a siete no ayuda, ya que la tendencia al guirigay es inevitable. Pero la forma en la que los políticos entienden hoy la comunicación política (arisca, agresiva, buscando minar el argumento del otro en lugar de exponer el propio) tampoco contribuye precisamente a enganchar a la opinión pública. Y no será porque la ciudadanía no haga esfuerzos. El debate llegó a ser'trending topic' mundialen Twitter yalcanzó un 25,6% de cuota de pantallaen televisión. Revisen los tuits, dejen de lado los comentarios de parte, y verán qué (mala) opinión le merecen a los ciudadanos los siete aspirantes a dirigir (o no) el camino a Ítaca.

La pequeña muestra de electores que vio el debate con nosotros en la redacción llegó a dos conclusiones. La primera: que los políticos no hablaron de los problemas reales en las dos largas horas de coloquio. La segunda: que los políticos son de Marte y los electores, de Venus (interpretación libre). Que ellos, los políticos, viven en una galaxia muy, muy lejana, que hablan entre y para ellos, que no hay quien les entienda (en especial cuando hablan todos a la vez) y que, sobre todo, no entienden qué sucede en las vidas cotidianas de la gente.

“El debate fue más un espectáculo que algo que pueda servirnos a los ciudadanos para elegir nuestro voto” (Aitana Barredo. Universitaria)

Los 11 lectores presentes en el debate fueron elegidos por haber participado en la cobertura de la campaña del diario enviando cartas al director y participando en nuestros debates. De perfiles diferentes y diversos, no formaban, por tanto, una muestra a la cual no le interesa la política, más bien al contrario. Sin embargo, el desapego hacia los políticos era un sentimiento generalizado. Según la edad, se expresaron dos reacciones hacia la clase política: los más jóvenes hablaron de desconfianza. Los mayores se declararon desencantados. Desconfianza. Desencanto. Añádanle una tercera D, la de la famosa desafección, y tenemos el triángulo de las Bermudas de nuestro sistema político.

En ese triángulo se perdió el debate del domingo por la noche, en el que seis señores y una señora que se presentan a la presidencia de la Generalitat apenas pronunciaron otras dos palabras que empiezan por D (desahucios y desempleo) y sí hablaron de apellidos que acaban en "ez" y enseñaron gráficos con números demasiado pequeños. Da que pensar (y para preocuparse) el hecho de que los candidatos causaran una impresión tan floja (siendo generosos) en una pequeña audiencia de 11 hombres y mujeres lo bastante interesados en la política como para participar en un debate 'after hours' sobre las elecciones en la redacción de un diario un domingo por la noche.

“Llegué al debate pensando que estas personas no me representan y salgo con la misma opinión” (Jordi Ruiz. Analista Informático)