Desafío al 'establishment'

ALBERT GARRIDO

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Mientras la fragmentación del electorado republicano favorece las expectativas de Donald Trump, la concentración del demócrata en dos candidatos hincha las velas del senador Bernie Sanders, que recoge el voto de los hartos de la política de siempre, como dice el senador por Vermont. El darwinismo político es implacable: al tiempo que los estados mayores de los partidos buscan la forma de que la victoria sonría a los representantes del establishment de cada bando, los votantes castigan a lo que en España se llamó durante un tiempo la casta.

Esa mezcla de dinero, política y agitación en los medios, que merece las invectivas de Sanders y desencadena la fanfarronería ultra de Trump, constituye el frente alarmado por los primeros compases de las primarias. Esa coalición de intereses que confía en que finalmente la partida la jueguen un republicano convencional y Hillary Clinton es la misma que espera que cuando la batalla se desarrolle en estados con grandes minorías políticas y económicas –afroamericanos, hispanos, clase media urbana satisfecha, blue collars y otras–, se corrija el error inicial de los electores. Y aunque es muy posible que suceda tal cosa, los 20 puntos que Trump ha sacado al gobernador John Kasich y los 22 que Sanders ha sacado a Clinton son algo más que un accidente de trabajo camino de la Casa Blanca.

Ha habido en los caucus de Iowa y en las urnas de New Hampshire algo así como una reacción antielitista, entendidas las élites como el punto de intersección o de encuentro de las finanzas con la educación. Frente a la opinión del mundo académico de que “la democracia liberal no se puede reducir a un certamen de popularidad” (Ian Buruma), el hartazgo de una parte considerable de los electores tiende a pensar lo contrario, aunque sea para abrazar la demagogia vociferante de Trump. Frente al realismo reformista de Clinton, apoyado por la comunidad académica, se alza la promesa del new deal socialdemócrata de Sanders, la convicción de que nada es inevitable y caben unos gramos de heterodoxia. Pero ¿realmente caben?