El epílogo

La derrota militar

JUANCHO Dumall

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Después de la derrota militar vendrá la derrota política. Este pronóstico sobre el final de ETA, establecido, entre otros, por Eugenio Etxebeste, Antxon, participante en las conversaciones de Argel (1989), deportado luego a la República Dominicana y encarcelado finalmente en España, se ha convertido en una pesadilla para la izquierda aberzale. Porque tal premonición significa que ETA morirá como organización terrorista por la presión policial y judicial (el enemigo militar, en la jerga de los ideólogos de la banda), pero que después no prosperará ninguno de sus postulados ideológicos, defendidos desde los años 60 del siglo pasado.

Parece evidente que el establecimiento en las campas guipuzcoanas, en las playas de Biarritz o en los barrios de potes de Bilbao de una república de inspiración marxista-leninista es tarea imposible a estas alturas del partido. La derrota política se ciñe, abandonadas las viejas proclamas revolucionarias, a la inviabilidad del proyecto independentista para Euskal Herria, es decir, para las siete provincias (las tres de Euskadi, Navarra y tres francesas) que deberían formar un nuevo Estado.

Salvar los muebles

Los recientes movimientos en el ámbito del nacionalismo vasco parecen ir encaminados a salvar los muebles en el campo de la política, una vez constatada la debacle militar. El acuerdo sellado el domingo por Eusko Alkartasuna y Batasuna para crear un polo independentista que actúe siguiendo exclusivamente «las vías pacíficas y democráticas» constituye, por tanto, un movimiento que no debería ser despachado con un simple portazo.

Es cierto que Batasuna sigue sin condenar a ETA (lo que le hace incumplir la ley de partidos), pero el titubeante paso dado por los irreductibles puede ir mucho más allá de la simple búsqueda del pasaporte para colocar concejales y alcaldes.

Las uvas todavía no están maduras para que Batasuna sea un partido independentista escrupulosamente democrático (como ERC, por ejemplo), pero sus jefes empiezan ya a olvidar los antiguos términos militares.