Al contrataque

Deprisa, deprisa

Cuando emergieron los 'gürteles' y los 'bárcenas' españoles, Artur Mas (que sabe lo que él mismo ha hecho) debió intuir que lo único que podía salvar a los del 3% era una independencia rápida

Artur Mas, ante la sede del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, el pasado 7 de febrero.

Artur Mas, ante la sede del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, el pasado 7 de febrero. / periodico

ANTONIO FRANCO

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En el futuro consideraremos esta primera semana de marzo de 2017 como histórica. Hemos llegado a la médula del pulso del 'procés' a través de dos acontecimientos: el inicio del juicio Millet/Palau el inicio del juicio Millet/Palauy también de Montull, y la maniobra de la Mesa del Parlament para reformar de forma bastarda el reglamento de la cámara. Lo primero es un anticipo del juicio de las comisiones ilícitas del 3%, la gran mancha ética y política del autonomismo burgués que se convirtió en secesionista y se acostó con la CUP. Lo segundo, el intento descarado de poder declarar la independencia con apariencia de legalidad, sin debate previo de los diputados, ante una ciudadanía dividida que ni siquiera conoce el contenido del proyecto de república catalana que le quieren endosar.

Carlos Saura filmó en 'Deprisa, deprisa', en 1981, el furor de vivir de unos jóvenes delincuentes. 'Deprisa, deprisa' también es el posible título de otra película: la del furor por sobrevivir (y continuar mandando) de unos adultos tras cometer los delitos políticos --y en algunos casos los delitos comunes-- relacionados con el 3%.

Durante el 'procés' muchos se han desconcertado por la acelerada velocidad impuesta desde la cúpula pujolista. Los desconcertados no eran conscientes de que vivíamos una carrera frenética. Competían la justicia española y la independencia catalana. Los tribunales, lentos por naturaleza, llevaban además activado un freno de mano aplicado por el Madrid político, no convencido del todo de querer llegar hasta el final.

INICIO CON MARAGALL Y MAS

¿Por qué? Porque ante la opinión pública internacional una gran corrupción ajena no podía abordarse sin juzgar también la corrupción del PP. Cuando emergieron los 'gürteles' y los 'bárcenas' españoles, Artur Mas (que sabe lo que él mismo ha hecho) debió intuir que lo único que podía salvar a los del 3% era una independencia rápida que llegase antes de que los encontrase ya en la cárcel.

En realidad la carrera del 'Deprisa, deprisa' empezó el 24 de febrero de 2005. Pasqual Maragall acusó por fin al pujolismo en el Parlament del 3%. Mas le hizo en público un chantaje indigno: vino a decir, y todo el mundo lo entendió, que o retiraba la acusación o no le dejaría  reformar el Estatut, el proyecto de Maragall para mejorar el autogobierno catalán y estabilizar la relación Catalunya-España. Se retrataron ambos: Maragall retiró lo dicho para salvar la reforma del Estatut y Mas dejó constancia de que anteponía la seguridad de los del 3% a resolver los problemas de la autonomía. Pero el globo del 3% quedó pinchado y cuando intervino la justicia Mas tuvo que empezar su 'Deprisa, deprisa'. Quizá no contaba con que Montull quería a su hija tanto como Pujol a los suyos.