LARGO PLAZO

Depredadores y compinches

El acoso sexual en el trabajo no solo ocurre en Hollywood, afecta a muchas mujeres pobres en España ante la complicidad de los que normalizan los abusos

Tarantino y Weinstein, en un estreno, en agosto del 2009.

Tarantino y Weinstein, en un estreno, en agosto del 2009.

Olga Grau

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El acoso sexual salvaje al que ha sometido el poderoso productor Harvey Weinstein a decenas de actrices de Hollywood durante décadas ha generado un efecto cascada de denuncias de abusos sexuales y violaciones en la industria del cine que han salpicado al actor Kevin SpaceyKevin Spacey (House of Cards), al productor Brett Ratner y al director James Tobak.

El patrón de conducta en el acoso sexual en el trabajo siempre es idéntico. Una persona con poder, que ostenta una posición privilegiada y reconocida en la empresa o en la sociedad, hostiga a otra que generalmente necesita un empleo o una oportunidad para abrirse camino.

Una vez perpetrado el abuso, la víctima que suele ser mujer, pero no siempre, siente terror y culpabilidad. Por la terrible violencia que ha sufrido, pero también porque el depredador la ha atacado por sorpresa sin capacidad de protegerse. La culpa viene por no haber previsto la situación o por la falsa creencia extendida socialmente de que el haber sido amable con el acosador en público en ocasiones anteriores implica un consentimiento.

La mayoría de las víctimas no denuncian o lo hacen décadas después. Sienten que no las creerán y pánico a represalias porque efectivamente estas se dan. Y no ocurre solo en Hollywood. Un reportaje reciente de la periodista Teresa Pérez en EL PERIÓDICO, pone cifras a la lacra. Tan solo 19 mujeres han denunciado acoso sexual en el trabajo este año en Catalunya por la dificultad de demostrarlo y por el temor a perder el empleo, pero los expertos aseguran que son solo la punta de un iceberg muy profundo que afecta a las más pobres.

En la mayoría de los casos, el acosador que tiene más recursos y poder denuncia a la víctima para lavar su imagen o le amarga la vida. Generalmente, la acosada decide irse de la empresa antes que denunciar. Alba García, responsable de la secretaría de la mujer de CCOO, da en el clavo al afirmar que hay que poner cifras porque lo que no se mide parece que no exista.

Medir el alcance del problema es un primer paso. Pero es también fundamental acabar con la complicidad social y la normalización de estas conductas que en sus formas más leves, pero muy humillantes, pueden ser miradas, comentarios y roces al descuido. El director Quentin Tarantino que ha trabajado durante años con Weinstein tras producir juntos Pulp Fiction reconoció al The New York Times:  “Sabía lo suficiente como para haber hecho más de lo que hice; había algo más que los tradicionales rumores y los chismes habituales. No era (información) de segunda mano", señaló. Los cómplices, compinches y encubridores son igualmente culpables. Y hay muchos.