ANÁLISIS

Demonizar al PSC a la salud de Barcelona

Los socialistas no han condenado el encarcelamiento de unos gobernantes legítimos y esto les convierte en enemigos del pueblo; de una parte, al menos

COLLBONI COLAU

COLLBONI COLAU / periodico

JORDI MERCADER

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Ada Colau no tenía queja del pacto municipal con el PSC, sin embargo no va tener más remedio que romperloAda Colau pacto municipal PSC, 2.059 militantes de su formación se han sumado a la campaña de demonización lanzada por el independentismo contra los socialistas catalanes por su apoyo al 155ocialistas catalanes155. La intervención de la Generalitat puede ser asumida por imperativo legal para librarse de la cárcel, aceptada de facto sin más desobediencia que la de salón, aprovechada para ganarle unas elecciones a tus rivales de siempre, pero no puede ser defendida como una respuesta a las leyes ilegales de la DUI.

La alcaldesa, instalada en su rechazo de la DUI y del 155, resistió a la presión por acabar con un acuerdo que le estaba dando cierta estabilidad a su gobierno en minoría y le abría las puertas a una Barcelona que desconfía abiertamente de ella. Todas las ventaja se desvanecieron con la desafortunada fotografía de Miquel Iceta rodeado de gentes del PP y las declaraciones impropias del presidente Montilla apuntando a que si el gobierno de la Generalitat está en prisión o huido es porque se lo han buscado. El PSC y el PSOE no han condenado el encarcelamiento de unos gobernantes legítimos y esto les convierte en enemigos del pueblo; de una parte del pueblo, al menos. 

Un voto es un voto

Tiene su lógica y el desenlace no habrá sorprendido al PSC. Y además, hay unas elecciones inminentes. Nadie quiere enfrentarse al electorado con flancos abiertos a la crítica fácil. Y esto vale para los 'comuns', en su búsqueda de votos en el universo republicano de izquierdas y para el PSC-PSOE, muy incómodo con cualquier cercanía a Podemos. Las autonómicas del 155 no pintan estupendas para ninguno de los dos, más bien se intuyen como una ocasión para sus respectivas consolidaciones en medio de la tabla, a la espera de las combinaciones parlamentarias. Pero un voto es un voto.

El PSC pierde una presencia institucional relevante y los 'comuns' asumen una mayor inestabilidad en el gobierno de Barcelona, a menos que se lancen a los brazos del independentismo. Las dos consecuencias tiene su gravedad; pero no son las únicas de este acto de oportunidad política, tan propia de los viejos partidos. Las bases le imponen a Ada Colau un mensaje contradictorio. El discurso contra el frentismo, fuente de toda clase de males para el país, según la alcaldesa, queda en nada.

Expectativas electorales

Las bases han certificado también la fragilidad del sentido de la responsabilidad de gobierno detectable en los 'comuns'. Negándole a Colau el peso específico, la autonomía, de la que debe gozar el liderazgo institucional y social, le recortan la autoridad que le han conferido los ciudadanos y la credibilidad para sostener lealmente nuevos pactos, siempre al albur del estado de ánimo de unos pocos miles de activistas. Cada partido funciona como quiere. Luego solo queda por explicar por qué las expectativas electorales crecen tan poco, según los sondeos, a pesar de la buena imagen de su candidato y el reconocimiento mayoritario de las posiciones equidistantes y prudentes de su lideresaposiciones equidistantes