Demasiados perdedores

Macron intenta convencer a los trabajadores que le abuchearon ayer en Amiens.

Macron intenta convencer a los trabajadores que le abuchearon ayer en Amiens.

Albert Sáez

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Se multiplican estos días los análisis, a propósito del duelo entre Macron y Le Pen, que identifican el auge de los populismos con la multiplicación del número de perdedores de la globalización. Y eso es exactamente cierto. Aunque podríamos y deberíamos matizarlo. Y mucho. Quizás sería más preciso hablar de los perdedores de la globalización desregularizada o faltada de dirección política. E incluso podríamos afinar y hablar de la globalización neoliberal. Porque de globalizaciones hay muchas ahora que celebramos el centenario de aquello de “proletarios de todo el mundo, uníos”, el garn lema del Día del Trabajo.  Los puestos de trabajo menos cualificados en los países occidentales se han visto doblemente amenazados por la competencia de los mercados laborales emergentes desde el exterior y por la competencia de la inmigración desde el interior. Una pinza que se suavizó forzando las costuras del Estado del bienestar (prejubilaciones, subsidios, fondos ocupacionales, prolongación de la etapa educativa) pero que finalmente ha estallado en forma de paro de larga duración, tanto en los mayores de 55 años como en los menores de 35. Perdedores. El informe del World Economic Forum sobre riesgo global es de obligada lectura.

Este inicio del siglo XXI levanta nuevas amenazadas, no solo para los empleados menos calificados sino para los técnicos medios y para algunos profesionales liberales. Son los perdedores de la digitalización y de la robotización. Los inicios de la cuarta revolución industrial dan un saldo laboral negativo, tanto en términos de cantidad de empleo como de calidad y de retribución. Son esos profesionales amedrentados por la transición digital que aceptan sucesivas devaluaciones de sus salarios. O esos jóvenes sobradamente preparados que aceptan ofertas laborales muy por debajo de su nivel de formación. La mejor lectura de las consecuencias de este exceso de perdedores la dio esta semana el presidente de Telefonica, José María Álvarez Pallete en el Foro España-Brasil: “Si no hacemos nada ante lo que se está produciendo, tendremos una distribución tan desigual de la riqueza que llegará un movimiento populista para oponerse”. Momentos de lucidez.