Al contrataque

Delincuente o demócrata

El 'president' Artur Mas, este jueves, a su salida del Palau de Justícia tras declarar como imputado por el 9-N.

El 'president' Artur Mas, este jueves, a su salida del Palau de Justícia tras declarar como imputado por el 9-N. / periodico

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¿Delincuente o demócrata? ¿Qué soy yo por haber puesto las urnas el 9-N?, pregunta en voz alta, mirando de frente al mundo. No hay respuesta, solamente el silencio, porque en nuestro país incluso aquellas personas que no están de acuerdo con que Catalunya políticamente sea algo distinto de lo que es actualmente, en estas últimas horas se sienten avergonzadas. Saben perfectamente que el president Artur Mas no es un delincuente, y que, en cambio, ha tenido que acudir al juzgado porque se han querellado contra él por la vía penal. Sí, la penal, la importante, la que incluye los delitos de sangre, la que juzga a criminales.

Claro que les revienta el éxito del 9-N, claro. El 9 de noviembre del 2014 tuve el privilegio de narrar para Catalunya Ràdio, con el conjunto de profesionales de toda la emisora y de muchos más de otros medios locales, la ilusión de manifestar democráticamente cómo quería configurarse políticamente el país. En mi experiencia profesional, ese día está escrito en letras de oro. Todos estábamos inquietos y todos queríamos hacerlo y hacerlo bien, con ejemplaridad. Por Catalunya al mundo, de los voluntarios a los medios. Y así se hizo. Sabíamos que el proceso participativo no era un referéndum, y que, por lo tanto, el resultado no era vinculante. El Gobierno español lo había intentado impedir de todas las maneras posibles utilizando la judicatura hasta la extenuación. Sin embargo, ver y vivir con toda normalidad cómo se abrían los colegios, los centros cívicos o los ateneos, con la fuerza, el coraje y el orden de los voluntarios y un profundo sentido democrático por parte de toda la ciudadanía, es una experiencia única, que nos hace sentir orgullosos de nuestra gente y del país.

Referéndum simbólico

En los medios extranjeros hoy se refieren a un referéndum simbólico. Y llevan razón. ¡Pero qué fuerza la de los símbolos! ¿Había que rendir cuentas del 9-N? En el Parlament, sí. En un tribunal que juzga a presuntos criminales, no. Si en vez de archivar la causa, el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya inhabilita a ArturMastoma fuerza la idea de desobedecer y no acatar la sentencia. Porque esto ya es demasiado y nada tiene que ver con no pagar impuestos, saltarse un semáforo en rojo o robar. La cuestión, porque es política y no jurídica, es más compleja. Mientras en Catalunya se juzga a su presidente el día que se conmemora que las fuerzas del Estado fusilaron a otro, en el  Partido Popular algunos de sus dirigentes admiten públicamente que les da vergüenza pertenecer a esa formación política. Claro, lo entiendo perfectamente.