Dos miradas

Deducciones fascistas

Debe de ser una delicia desgravar por exaltar el odio y la infamia y, al terminar la declaración de renta, levantar el brazo derecho y hacer el saludo a la romana

Fachada de la sede de la Fundación Francisco Franco, en Madrid

Fachada de la sede de la Fundación Francisco Franco, en Madrid / JUAN MANUEL PRATS

Josep Maria Fonalleras

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De hecho, cuando el general retirado que preside la Fundación Francisco Franco defiende su proyecto no va tan mal encaminado. Tiene toda la razón del mundo. Las fundaciones, según la ley que las regula, "deben perseguir fines de interés general" y deben "beneficiar a colectividades genéricas de personas". Es indudable que, en los momentos que vivimos y con los gobernantes que tiene España, la FFF asume, por decirlo así, este reto. Quiere "exaltar" la vida del dictador, lo quiere poner como modelo de virtudes patrias y quiere "contribuir a la proyección de su ideario sobre el futuro de la vida española". Más que sobre el futuro, la proyección franquista se hace sobre el presente y nos aporta un ideario que descansa sobre la base indestructible de la inmanencia, la perdurabilidad y la eternidad de la patria antes de los inicios de la Historia. La FFF defiende esto y también "la historia tal como ocurrió", que es, por supuesto, un asunto de interés general que beneficia a una colectividad, concretamente a los fascistas, que tienen la voluntad explícita de ser los poseedores de la verdad.

Y así vamos. No prohibirán nunca la FFF, porque su presidente tiene razón. Este estado lo permite e incluso incentiva las donaciones para que pueda mantenerse, como ha explicado EL PERIODICO. Debe de ser una delicia desgravar por exaltar el odio y la infamia y, al terminar la declaración de renta, levantar el brazo derecho y hacer el saludo a la romana.