Al contrataque

Decencia

Ante el drama del 'Aquarius', en vez de mirar a otro lado, el Gobierno ha actuado teniendo en cuenta las vidas humanas

Parte de los inmigrantes del Aquarius, el domingo.

Parte de los inmigrantes del Aquarius, el domingo. / periodico

Ana Pastor

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Hay quien lo llama gesto. Otros aseguran que es una maniobra de márketing cara a la galería. Yo lo llamaría decencia. Y prefiero vivir en un país en el que la decencia marque las decisiones políticas cuando hablamos de vidas humanas. Me refiero al rescate del barco 'Aquarius' de Médicos sin Fronteras al que Italia impidió la entrada de sus puertos a pesar del riesgo que corrían las más de 600 personas que viajaban en él. Como escribía alguien el otro día en Twitter respondiendo a los más críticos: "Qué jodida debe de ser tu vida si te parece mal que rescaten gente que está a la deriva en el mar".

Podemos elegir entre mirar para otro lado, como el nuevo Gobierno italiano. O podemos liderar la iniciativa, como ha hecho España. Podemos comprar el discurso del líder del PP en Catalunya, Xavier García Albiol, de: "No podemos convertir este país en una oenegé", o bien recordarle que tal vez es mucho mejor eso que convertir España en noticia en todo el mundo por las condenas y escándalos de corrupción protagonizadas por sus compañeros de partido. O recordarle también que los ciudadanos ya sabemos que la política empática no da votos en España ni tampoco en otros países europeos y por eso el gesto del nuevo equipo de Pedro Sánchez adquiere aún más valor lejos del regate en corto (también la vuelta a la sanidad universal decidida en el Consejo de Ministr@s del viernes).

Ya sabemos que lo que algunos llaman de manera despectiva "buenismo" puede hacer caer a un gobierno o restarle apoyos. Alguien que conoce bien el asunto de los refugiados me decía el otro día que el gesto del Ejecutivo de España puede conseguir que se abra de verdad un debate que en Europa se había dado por superado. Y que conseguirá quizá incluso más efectividad que la terrible foto del niño Aylan, de 3 años. Cuando su pequeño cuerpo apareció en una playa de la costa turca, escuchamos a muchos dirigentes y también a la entonces vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría hablar de lo mucho que le afectó la imagen. ¿Qué pasó después? Nada. No cumplimos con el deber político y ético que teníamos para acoger refugiados. El compromiso adquirido se esfumó. Quizá Albiol se ha olvidado de eso también.

Y claro que habrá dificultades. Claro que admitir en un puerto español la entrada del 'Aquarius' es poner un parche, porque quedan cientos de miles de personas en Libia esperando para salir. En Libia y en muchos otros lugares. Y van a seguir viniendo. Pero si fueran tus hijos y los míos te parecería que la decisión es indiscutible. Si fuera tu familia no pondrías pegas. Mirar para otro lado nos hace menos decentes. Siempre.