Al contrataque

Dar la cara

ANA PASTOR

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Yo decido quién pregunta. Yo decido cuántas preguntas. Yo decido sobre qué tema. Yo decido convocar ruedas de prensa sin preguntas. Yo acabo decidiendo que no te respondo. Y por último dejo de invitarte. Y así consigo dos cosas: que la prensa deje de incomodarme y que la información que yo considero delicada para los míos no llegue a los ciudadanos. Aunque muchos de ellos me han elegido, tampoco hace falta que se enteren de todo lo que sucede. No nos pongamos estupendos. Que para eso soy el Gobierno.

En un país serio, esto suena a broma. Y no. No somos un país serio. Y no es una broma. Esta semana la Moncloa ha decidido que va a seleccionar a los periodistas que pregunten a Rajoy cuando comparezca con un líder extranjero. Serán dos y será el Gobierno quien determine quiénes son los elegidos. Hasta ahora, los periodistas se ponían de acuerdo para que se pudieran hacer todas las preguntas y ejercían de portavoces dos o tres compañeros. Ya no será posible mantener ese acuerdo porque el Gobierno lo ha roto de manera unilateral. No vaya a ser que pregunten cosas que no se deben preguntar. No nos pongamos estupendos.

Otros aires

He preguntado a varios colegas que trabajan en otros países. Estos son los datos y suyas son las conclusiones: en EEUU el portavoz de la Casa Blanca comparece sin límite de tiempo. Y el presidente Obama suele exponerse a una hora de preguntas de manera bastante habitual y cuando sale acompañado de otro mandatario no es él quien decide qué medio tiene la palabra. Le fríen, me dice María Ramírez de El Mundo, quien me recuerda que las repreguntas son habituales. Milagro. Lo mismo me cuenta Gemma García de TVE tras su paso por EEUU. Vivió también en Italia, donde según dice preguntaban quienes querían. Otro asunto eran las respuestas de personajes como Berlusconi. Un ejemplo más: en el Reino Unido la corresponsal de Expansión, Amparo Polo, me confirma que las preguntas y los medios que las formulan los deciden los periodistas.

En esas comparecencias se suele preguntar por los temas de la reunión, de carácter internacional. Porque esos líderes ya comparecen otras muchas veces para hablar de asuntos internos. Fuera lo llaman dar la cara. Y lo consideran una obligación. Qué cosas. Comparen. Y esto no consiste en saciar las ansias de información de los periodistas, que también. Esto consiste en ejercer un derecho en nombre de los ciudadanos, quienes no tienen el privilegio de ponerse delante de un político y preguntar por los asuntos que le preocupan. Por eso tenemos que estar a la altura. Para luego no sorprendernos cuando en las encuestas oficiales los periodistas salimos muy mal puntuados por la sociedad, casi al nivel de políticos o sindicatos.