Danos una lección

Has pasado tu infancia en un centro tutelado de menores. Dijeron que tus padres no eran buenos para ti, pero nunca llegaron otros mejores. Has formado una familia con otros como tú. Y te has alimentado de abrazos que vienen y van. Ahora cumples 18 y vas a salir al mundo.

Las calles estarán llenas de zancadillas, pero tú ya sabes lo que es caer. Te dirán que todo está muy mal, que no hay futuro para los jóvenes, que tu currículo está en blanco y que el paro es tu próxima casilla. Pero ellos no saben que tú eres más fuerte que Frank de la jungla. Porque tú, que naciste entre jeringuillas, que los dados nunca te sonrieron y que por Navidad siempre recibías juguetes usados, tú has tenido que ganarte hasta los besos.

Ahora es hora de echar a andar. De que el asfalto se rinda a tus pasos y el cielo, a tus sueños. Ríete de los que se lamentan sentados en un banco. Salta sobre la resignación y dale una patada al pesimismo. Encandila a los que se creen sabios con tus trucos de magia y enamora a una diosa con tu sonrisa de gato con siete vidas. Que se sepa lo que vale tu alma vestida con ropa de mercadillo y de ofertas 3x2. Deslúmbranos con esa mirada que aprendió a querer a los que no supieron amarte. Y cántanos la rumbita que repetías cuando te venían ganas de llorar.

Abre las puertas y sal a la calle. Cómete el presente. Atrapa el futuro. Y danos una lección.