Planeta

Lo que está en juego no es la continuidad del la Tierra, sino nuestro hogar

PERE PUIGDOMÈNECH

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En París se celebra una cumbre sobre cómo hacer frente al cambio climático. Es sin duda una oportunidad para emprender acciones que eviten que el calentamiento de la atmósfera siga aumentando y tenga efectos cada vez más graves sobre nuestra manera de vivir. Una frase que se repite es que hay que salvar el planeta, pero, con todos los respetos, el planeta se salva solo: lo que tenemos que salvar, si queremos, es un entorno en el que los humanos puedan vivir.

Que la actividad humana tiene efectos sobre nuestro entorno es algo de lo que siempre hemos sido conscientes. Sabemos que en algunos lugares ha habido conflictos por este motivo, como en las ciudades mayas o la isla de Pascua, pero o afectaban a unas poblaciones pequeñas o la gente se iba a otro lugar. Desde mediados del siglo pasado nuestra actividad está aumentando de forma exponencial y cada vez somos más. Empezamos a notar sus efectos sobre sequías y tormentas o sobre la fusión de los glaciares. Es un aviso de que no podemos distraernos.

Los efectos son ahora planetarios. El aire y el agua no tienen barreras y lo que hacemos en un lugar puede tener efectos a miles de kilómetros. ¿Esto hace que el planeta esté en peligro? Ciertamente no. Podría ser dentro de 4.000 millones de años, cuando cambie la actividad del Sol. Es más o menos el mismo tiempo que hace que el planeta existe y no sabemos a quién le preocupará cuando eso ocurra. ¿La evolución del clima pone en peligro la especie humana? Probablemente tampoco. La decisión de desencadenar una guerra nuclear podría ser más peligrosa.

Los cambios globales pueden tener efectos en zonas costeras, en la producción de alimentos, en el acceso al agua y en una larga lista de problemas que puede hacer nuestra vida más difícil y puede crear conflictos importantes. Debemos presionar a los que están en París para que actúen. Puede que el planeta no esté en peligro, pero por ahora es el único lugar donde podemos vivir.