Al contrataque
La cultura paga
Quien se alegra de la bajada de ventas de libros estará alegrándose de la erosión del tejido cultural catalán
Najat El Hachmi
Escritora
NAJAT EL HACHMI
Entre las entidades intervenidas por el Ministerio de Hacienda desde el 20 de septiembre hay muchas que son del ámbito estrictamente cultural. Entre ellas, la Institució de les Lletres Catalanes, que ha tenido que reducir a mínimos las actividades que suele llevar a cabo para promover y difundir la literatura catalana. Me pregunto qué mente preclara ha decidido que de repente la poesía es peligrosa, alguien que ha leído a Montserrat Roig cuando escribe que «la cultura es la opción política más revolucionaria a largo plazo». O alguien que, simplemente, no tienen ni idea de lo que es una institución cultural.
Por otro lado, en la rueda de prensa que dio Planeta para anunciar los finalistas del premio entregado el domingo, Josep Crehueras explicó que en las librerías de Casa del Llibre en Catalunya las ventas habían bajado un 25% durante el mes de septiembre. No tardaron en salir algunas voces que minimizaron la cifra al decir que formaba parte de la política del miedo para frenar la independencia.
Se ha instalado ya este estado de opinión entre los partidarios de la secesión tal como la tenemos sobre la mesa, a ciegas y sin coste aparente. Cuando alguien plantea dudas sobre las consecuencias económicas del conflicto que vivimos, desde las filas de quienes lo tienen todo claro, responden que no, que las pérdidas no son ciertas y que todo es una conspiración contra el procés. Los hechos por sí mismos ya no valen. Y hasta hay quien se alegra de la bajada de ventas olvidando que las voces más importantes de las letras catalanas publican en los distintos sellos de Planeta, sea el que sea su color político. Olvidan que cuando dicen Planeta también dicen Jaume Cabré, Maria Barbal, Carme Riera o Jordi Puntí, por no hablar de un fondo de clásicos que contiene la mayor parte de las pàtums literarias del país.
Erosión del tejido cultural
El dato negativo lo es para todos los que intentamos seguir en este mundo tan complicado como el del libro, quien se alegre estará alegrándose de la erosión del tejido cultural catalán. Otras personas del sector, libreros y comerciales, aprecian el mismo cambio de tendencia. Con lo que había costado remontar la precaria situación del libro, enormemente castigada por la crisis económica y la piratería, con lo que ha costado recobrar algo de esperanza.
No espero ya que mis políticos se preocupen mucho por la cultura. Hace tiempo que no lo hacen. Hagan memoria y repasen sus discursos públicos, tuits o entrevistas. Sean del signo que sean, la mayoría tiene una cosa en común: no citan nunca un libro, un autor, ni que sea hipócritamente como hacían antes. Y ya no hablemos de teatro, cine o arte. De fútbol sí, unos y otros están siempre encantados de dar opiniones futbolísticas pero... ¡de cultura! A lo mejor este es el gran problema.
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